martes, 29 de marzo de 2011
¿El blog es un diario íntimo?
No debería serlo al menos de la manera clásica. No como una colección sumaria de nimiedades y sensaciones que no le importan a nadie (amo, no amo, qué bien jugó Riquelme, tuve insomnio, no comí, compré vino, tengo sueño) tan parecidas a las conversaciones por celular que escucho en el colectivo. No es la idea. La intimidad no debería ser un espectáculo. ¿Qué es el blog entonces? Quizás una producción constante de algo. De mí mismo. Un registro elaborado de observaciones. Un grito mudo del espíritu. Compartir en parte la angustia y la delicia de estar vivo. ¿Y hacerlo para qué? Para nada. Por la misma razón que un hombre se asoma en el andén, impaciente, para ver si viene el subte. Con ese gesto no logra que los trenes marchen a más velocidad. Pero se alivia un poco. Un blog es asomarse, a veces peligrosamente, para ver si viene el subte. Y el subte no viene, claro. ¿Pero eso qué importa?
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