miércoles, 23 de marzo de 2011

Ideales


Dicen que la última palabra que pronunció Ernesto Guevara antes de ser fusilado fue ideales. Se lo puede entender. Uno vive alimentándose de ellos. También de sueños, de proyectos, a veces, incluso, de alucinaciones divinas. Eso no está ni bien ni mal. Cualquier alimento sirve a la hora de comer. El problema, porque siempre hay un problema, es cuando el ideal permanece mucho tiempo en esa condición. Por un lado es perfecto como debe serlo el paraíso. Además, ya se sabe, cada vez que todo o una parte del ideal encarna en hechos (realidades) pierde su encanto inicial. Algo de lo soñado queda en el camino. Y lo obtenido no es tan perfecto como los sueños. Sobreviene el desencanto. Estos razonamientos podrían continuar hasta el infinito y no llegaríamos a ningún lado. Mejor entonces, como lo hemos hechos otras veces aquí, volver a citar a William Blake. Cuando el deseo no obra engendra la peste. Mejor un ideal realizado a medias que un sueño gigante y estancado.
L.

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