Hay en Buenos Aires una fábrica de largos miembros masculinos llamada Golden. Un volante publicitario dice que en el lugar se celebran cumpleaños, despedidas, graduaciones y divorcios. Las mujeres que fueron dicen que se divierten mucho ahí, que gritan como locas, que se arrodillan, que tocan sin límites y hasta besan los productos en franca exhibición. Algunos de los objetos se miden por metro y no decaen jamás. Se diría que la noche en Golden transcurre como el divino sueño de la Cenicienta. Pero cuando dan las doce, qué pena, lo que fue duro se ablanda, las carrozas vuelven a ser zapallos y la madrugada se anuncia patética y convencional. Recién entonces las damas entienden que la fiesta está en otra parte. Y pasarán toda la vida, como todos, tratando de encontrarla.
L.
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