Sin para qué ni para quién
Lo mejor sería actuar sin intención. ¿Es posible? Habría que probar. Sin intención. Es más. Toda obra humana debería prescindir de razones y destinatarios. Vivir sin para qué ni para quién. Avanzar a ciegas por un camino que se ignora. Descubrir, en fin, que lo que se piensa no es en modo alguno tan importante como decirlo, escribirlo o ejecutarlo. Por delicadeza perdí mi vida, decía Rimbaud.L.
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