lunes, 14 de marzo de 2011

La feria y los perros


Mis alumnos de escritura son testigos de que recomiendo siempre la lectura de Mario Vargas Llosa como ejemplo de narración brillante. No conozco a nadie mejor que al autor de La guerra del fin del mundo O Historia de Mayta a la hora de contar algo. Vargas Llosa es un maestro si bien ninguno de sus libros figura en mi santuario personal. Pero sus valores literarios no lo convierten en buena persona. Políticamente hablando el reciente Premio Nobel ha defendido siempre los peores valores de Occidente. El neoliberalismo que nos llevó al desastre. O los crímenes de lesa humanidad cometidos en el mundo entero. Si entendemos la cultura como un compromiso con la humanidad Vargas Llosa no debería siquiera ser invitado a la Feria del Libro de Buenos Aires. Pero si admitimos que la Feria es apenas un episodio comercial para llenar bolsillos y páginas de suplementos culturales el episodio resulta intrascendente. Ya mencioné una vez el caso de una poeta argentina contemporánea de alta calidad que abandonó a sus hijos, a sus hermanos y a su madre –que agoniza en un geriátrico- mientras disfruta económicamente de un premio nacional de poesía y de los panegíricos que suele hacerle el periodismo local. Heidegger no es menos valioso por haber adherismo al nazismo. No es fácil distinguir entre ética y estética. Hay hermosas ciudades cuyas calles, también hermosas, suelen estar recorridas por jaurías pestilentes y asesinas.
L.

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