Me pregunto a veces por qué alguna gente hace lo que hace. Por qué algunas mujeres se dejan golpear por sus maridos, por qué algunos maridos se dejan golpear por sus jefes, por qué algunos jefes acosan a algunas empleadas, por qué algunas empleadas se dejan acosar por sus superiores, por qué tantos uniformados obedecieron y obedecen las órdenes de torturar y matar a hombres, mujeres, niños y ancianos en tantos países, por qué ese temor general y generalizado a conectarse con el verdadero deseo. Y por qué tantas personas eligen mirar hacia el costado cuando se impone asumir la verdad de frente. La primera causa que se me ocurre para tantas anomalías es el miedo a la vida. La segunda causa que se me ocurre para tales y tantos y tristes comportamientos es el miedo a la muerte.
L.
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