martes, 12 de marzo de 2013
A la deriva
A la deriva entre velos de humo. A la noche del mismo día que mañana. A la mierda. Ella giró en la cama y sus pensamientos se sucedían así, de manera deshilvanada, caótica, sin poder establecer un orden mínimo que sirviera de puente entre lo que sentía y lo que realmente le pasaba. Giró en la cama. Estaba en la casa de alguien que había conocido anoche en un bar de las afueras, cerca de las grúas del puerto, un tugurio de esos donde no sólo hay marineros sino hombres sin fe y casi al borde del desastre. Su compañero ocasional estaba en el baño ahora. Ella giró en la cama. Se preguntó cuánto tiempo debía pasar hasta que decidiera levantarse e irse y no volver nunca más. Eso era lo que correspondía si tenía en cuenta como se habían planteado las cosas. Pero algo, no se sabe qué, la retenía en esa cama ahuecada y húmeda. Un poco de amor, se dijo a manera de justificación. Y giró, una vez más, sobre sí misma.
L.
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