jueves, 7 de marzo de 2013

Los jóvenes viejos


No hay nada peor que los jóvenes viejos. Las formas que exhiben engañan fácilmente a los incautos. Sus figuras bien delineadas, la dureza de sus carnes, el encanto, la predisposición al placer en cualquiera de sus formas, la improbable eternidad. Los jóvenes viejos piensan como viejos, se comportan sin saberlo como enfermos terminales, simplifican todo porque todo les parece demasiado fácil, se venden al mejor postor, y se venden barato, rechazan la palabra revolución o lo que ella representa, se oponen a cualquier cambio en nombre de lo habitual. ¿Y qué es lo habitual para los jóvenes viejos? Lo de siempre, lo que decidan los poderosos, lo que carece de sentido, el sentido práctico por encima de todo, la obediencia a los podridos poderes. Pero, hay que decirlo, también existen los jóvenes que además de jóvenes actúan como ellos. Rezo por estos últimos. 
Y lo hago yo que no soy creyente y ni siquiera sé rezar.
L.  

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