viernes, 15 de marzo de 2013

Amantes crucificados


Veo una película de Mizoguchi llamada Los amantes crucificados. La historia se sitúa en un tiempo vagamente medieval. Una joven vive casada con un pequeño empresario, un buen hombre al que no ama. Llega al lugar un nuevo empleado y los dos, la casada y el joven, se enamoran y huyen. Escapan por un bosque sabiendo que en el país se castiga el adulterio con la muerte. A caballo se alejan por los campos perdiéndose en senderos, lagos, barcas y cabañas donde hacen el amor o lloran de manera incesante. El esposo traicionado, sin embargo, los protege. Se siente herido pero dado que quiere a su mujer entiende su decisión. No así la sociedad. No así la justicia. No así la religión imperante. El marido miente que su esposa viajó al interior a visitar unos parientes. Es inútil. Los amantes son capturados y conducidos al suplicio mayor. La última escena sorprende. Hombre y mujer atados a la espalda y camino a una muerte atroz no parecen angustiados. Al contrario. Sonríen tímidamente inmersos en su amor. Los amantes no desean morir. Al contrario. Antes de terminar el film, en la pantalla se lee que el amor es todo aquello que resiste a la muerte.
L.

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