viernes, 8 de marzo de 2013

El testigo



En lenguaje jurídico podría decirse que perder a un testigo es casi como perder el juicio. La frase puede leerse de varias maneras. Perder el juicio es enloquecer. Pero perder un testigo silencioso y atento que observó mis evoluciones y mis involuciones a lo largo de 16 años, bueno, está el riesgo de perder el juicio. A eso lo podemos llamar tristeza o lo que sea. Pero prefiero adoptar la actitud pudorosa de Gruswillis y, claro, permanecer en silencio o alejarme hasta que vengan tiempos mejores. O hasta sentir que el pequeño ser, oh pequeño ser, empuje la puerta del cuarto con su cabecita como siempre lo hacía y entre, sí, para salvarme de una maldita vez.
L.

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