miércoles, 27 de marzo de 2013

Yo sólo quiero aquél


Me llegan noticias desde los más remotos lugares de la Tierra. Muy remotas novedades que no son tales desde locaciones imposibles. Cartas que ya nadie escribe vuelven a escribirse para decir que mi gato Grusswillis no ha muerto, que lo han visto en las afueras de la ciudad de Bogotá, o en el Parque Centenario de paseo con la gata siamesa que lo había abandonado en los techos, o en la ventosa playa de Quequén acompañando a perros abandonados para siempre en la fría orilla de todos los mares. No creo en esas estúpidas versiones. No creo ya que mi gato se haya reencarnado en una flor, un ratón o una polilla de esas que en los tiempos felices atacaba sin éxito. Grusswillis está muerto y bien muerto para siempre jamás. Pero no dentro mío. No para mí. Los buenos amigos me sugieren que consiga otro gato, como quién dice a rey muerto rey puesto o un clavo saca otro clavo. Pequeño ser. Dos palabras inútiles ahora. Pequeño ser. Yo sólo quiero aquél. Oh pequeño ser, ¿qué haremos tan solos ahora ?
L.

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