jueves, 21 de marzo de 2013

En esos días


Y de pronto llega la noche y la casa convertida en un cementerio privado y la desesperación que se desata y entonces el hombre agobiado y cansado dice y hace cosas fuera de lugar. A todo hombre sumido en esas condiciones suele ocurrirle algo así. En tales casos conviene, antes de abrir la boca o dejar correr los dedos sobre el oscuro teclado, calmarse un poco, mirar el cielo estrellado, evocar los labios amados, recuperar el eje que nunca debió perderse. No es justificación ni excusa alguna la angustia o la tristeza para dar rienda suelta a lo peor de cada uno. Lo primero es no dañar.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario