jueves, 28 de marzo de 2013

Primeros días



De haber vivido en la Argentina de los setenta Jesús figuraría en la lista de detenidos-desaparecidos. Su cuerpo hubiera sido arrojado medio muerto y torturado desde un avión y hoy sería difícil no sólo adorarlo sino encontrarlo. Lo poco que se sabe de la vida probable de Jesús de Nazareth permite llegar a estas disparatadas conclusiones. El hijo del Hombre estaba del lado de los que él llamaba pobres de espíritu. Los humildes, las putas, los ladrones. Rechazaba a los ricos. Detestaba los rituales burocráticos. Echó a patadas a los mercaderes del templo. Llegó al colmo de defender la dignidad de María Magdalena, una prostituta, evitando que la mataran a piedrazos. Predicó la idea de que el reino de los cielos está acá, en la Tierra, y no en otro mundo. Hablaba en primera persona. Asumió el lugar de profeta y actuó como tal. Jesús, en suma, hubiera sido calificado de subversivo por los represores argentinos. María, su madre, daría vueltas y más vueltas en torno a la Pirámide de Mayo. 
Con un pañuelo blanco en la cabeza lo haría.
L.

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