viernes, 8 de marzo de 2013
Hablar o ser hablados
La mayoría de la gente no habla. Repite. Una cosa y la otra no son lo mismo. Hablar es parir, producir algo nuevo, romper el hielo con una palabra-martillo. Repetir, en cambio, es el tedio de lo eterno viejo, es como hacer el amor con la misma persona toda la vida, es, de última, aburrido y previsible. Esto es fácil de escribir pero difícil de aplicar a la vida cotidiana. En general somos hablados por otros. ¿Por quiénes? Padres, maestros, políticos, curas, periodistas. Ellos hablan por nosotros y debemos alzar una pared frente a todos ellos. Hablar y no ser hablados. De eso se trata. Y de eso se trata aunque el discurso inicial resulte balbuceante, confuso, tembloroso. La alternativa es de hierro. Nuestra palabra, la mía, o la de todos los demás.
L.
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