L.
viernes, 29 de marzo de 2013
Sin filtro
¿Se puede vivir sin filtro? ¿Podemos andar por la vida como si mañana fuéramos a morir? Digo, ¿es posible actuar de una manera salvaje, casi primitiva, sin medir las consecuencias de tan absurdo comportamiento? La respuesta es sí. Se puede hacer con la vida lo que se nos dé la gana. Pero no es gratis. Vivir en un estado semejante tiene un precio que debemos estar dispuestos a pagar con la vida si es preciso. Y tiene consecuencias también. Los filtros, los velos, cierto grado de fingimiento o actuación, son elementos necesarios para sobrevivir a la ley de la selva. No se los debe omitir por completo. Pero vivir al menos una vez como la luz de un relámpago no tiene precio. Y si lo tiene uno debería estar dispuesto a pagarlo hasta la última y gastada moneda. Lo digo con una mezcla de fervor y escepticismo. ¿Un pacto con la verdad? No, resplandor. Los pactos no eran tu destino. Tu destino era este estruendo al que por un instante toda la Tierra y mi corazón se han rendido.
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