jueves, 28 de marzo de 2013

Palabra, cuerpo y paisaje

Quien describe un paisaje, un campo, un lago, un mar, una montaña. Quien  se concentra en las cosas, colores, formas, sensaciones, ¿por qué no describe de igual modo un cuerpo de mujer, los tonos, los pelitos, el sexo, las concavidades prohibidas? Es o debería ser la misma actitud. Todo lo que nos rodea compone una misma cosa que se llama realidad a falta de mejor nombre. ¿Por qué entonces algunos artistas dejan de serlo para dejarse llevar en cambio por cosas banales como erotismo, excitación, deseo y todo eso que le impide observar el simple juego de luces y sombras que resume cuerpos, paisajes, muslos, sueños? Un escritor, por ejemplo, no debería distraerse con el instinto sino con el juego igualmente erótico del lenguaje. Porque no hay instinto sin lenguaje que lo nombre. Limitarse apenas, entonces, a observar ya sea una mujer desnuda como un valle desnudo e igualmente seductor, tibio e inalcanzable.
L.

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