viernes, 15 de marzo de 2013

Lo imposible



Hace siglos que intento desnudarte; pero no sé, no puedo, no alcanzo. Después de un esfuerzo tremendo pude llegar a un lugar. Creí ingenuamente estar al borde del triunfo. Durante horas intenté liberarte de esas malditas redes. Pero no. Los breteles eran de acero y tus pechos continuaron guardados como perlas robadas. Seguí intentado más abajo. Cuando pensé que por fin había hallado el tesoro de los sueños volví a frustrarme. Vos no dejabas de reír. Te burlabas de mi cara de asombro frente a la arrogancia del cielo y las estrellas. La tierra estaba húmeda y oscura. De pronto girabas como un trompo de modo que yo viera la curva aciaga de tu espalda, la selva ensortijada, el tajo imperceptible. Quise poseerte cuarenta millones de veces. Pero en el instante final te escabullías en silencio como un hada en fuga permanente. Cantabas desde lejos. Durante mil noches y un día traté de desvestirte con las manos, con la lengua y hasta con oscuros pensamientos. Pero siempre estás vestida. Y al final de cada batalla me encuentro derrotado una vez más, anudado en trapos, ardiendo en fuegos que te ocupás de apagar con frazadas, túnicas, paredes, olas de un mar para siempre inalcanzable.
L.

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