miércoles, 6 de marzo de 2013

Los buenos

La lección más perdurable del Holocausto -también de la dictadura argentina, del estalinismo y del más reciente comportamiento de los militares estadounidenses en Afganistán, Iraq y otros países- es que cualquier persona común, cualquier hombre o mujer con quien uno desearía tomar una cerveza y conversar, podría, en un contexto determinado, matar, torturar, violar niños o hacer las cosas más crueles que puedan imaginarse. Así enfocado el tema del mal, resulta inevitable y perturbador preguntarse si el problema es o ha sido Hitler o somos todos. Bastaría mencionar el escándalo de la cárcel iraquí de Abu Ghraib para confirmar lo que se acaba de decir. Ahí una linda muchacha norteamericana se tomó fotos junto a cuerpos desnudos y torturados por ella y sus compañeros de ciudadanos pertenecientes al país invadido por Estados Unidos. Pero no es el único. Hay un video donde podemos ver también a soldados estadounidenses orinando sobre cuerpos que acababan de ser asesinados. Hemos visto en Colombia a muy buenos muchachos violando a niños. Hemos visto a heroicos combatientes alemanes mandar a millones de judíos a cámaras de gas. Lo dicho deja afuera la posibilidad de dividir a la humanidad en buenos y malos. Lo dicho vuelve sobre nosotros y nos señala y nos interpela gravemente. Y nada convincente podemos decir al respecto.
L.

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