miércoles, 20 de marzo de 2013

Los antifilósofos

Todas las buenas doctrinas son inútiles -dijo Wittgenstein en los cuarenta-. De lo que se trata es de cambiar la vida. Badiou aplicó el calificativo para aquellos pensadores que encaran el presente, ponen el cuerpo, se ensucian con la existencia. Figuras como Lacan, Nietzsche o Kierkegaard entrarían en el club. El antifilósofo se consagra a su pensar de manera violenta, se anima a despreciar lo consagrado, es un esteta, un amante cuya vida sabe zozobrar por un hombre o una mujer, un erudito que frecuenta los despliegues de las ciencias sin creer demasiado en ellas. Los antifilósofos son rebeldes (hoy se diría que son terroristas), y, como queda dicho, descreen de las buenas doctrinas a cambio de cumplir con el legado de Rimbaud, es decir, cambiar la vida, las horas, los minutos, los segundos.
L.

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