Salvarse mediante la eliminación del otro no resulta ni como procedimiento ni como filosofía ni como nada. Ya se ha probado en casi todos los países y en todas las épocas históricas. Se ha probado y demostrado en el plano colectivo y también en el individual. Las parejas que intentaron por esa vía la solución de sus conflictos terminaron en el desastre. Hitler y sus amigos prometieron una gran Alemania si antes se aplastaba a un sector supuestamente minusválido de la población. La masacre fue masiva y exitosa pero la gran Alemania no se concretó. Los militares argentinos siguieron el ejemplo en los setenta con consecuencias trágicas, dolorosas e inútiles. Los crímenes pasionales terminan generalmente con el suicidio del matador. Los linchamientos vecinales de presuntos delincuentes no acaban con la delincuencia. La anulación del otro no resuelve nada. Sé que estas ideas no están de moda (al contrario, van en contra del instinto asesino de gran parte de la población) pero tengo la obligación de recordarlas así sea solamente para mí. Salvarse mediante la eliminación o anulación del otro no resulta ni como procedimiento ni como filosofía ni como nada. Hay un solo camino eficaz. No dañar. Apostar por la vida y el pensamiento.
L.
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