martes, 1 de abril de 2014

No copiar la vida


El concepto de no copiar la vida es fundamental para toda creación. En China, desde hace dos mil años, esa idea viene presidiendo la producción artística como un mandato supremo. A los chinos de la antigüedad les bastaba un pequeño pincel y unas gotas de tinta para presentar, como decían, los diez mil seres y las diez mil cosas. Trabajando como la naturaleza los creadores se basaron además en la unión indisoluble de elementos antitéticos como el Yin -principio femenino, sombra, luna- y el Yang -principio masculino, luz, sol- que, luego, como la nube y la lluvia, se unen y se alejan en una suerte de cópula secreta. La idea no consiste en reproducir el universo tal cual es sino en captar su hálito interno y las relaciones invisibles que subyacen detrás de lo evidente. Mientras en Occidente la presencia suele oponerse a la ausencia los chinos se interesaron en pintar los cambios de estado, eso que denominaban transiciones. Impregnaron sus cuadros de humo, espacio y niebla al tiempo que rechazaron todo artificio en beneficio de la naturalidad, la poesía y la verdad. 
L. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario