Cada cual tiene su abismo. Y para todos tiene la muerte una mirada. Nadie está a salvo y ahí está lo central de todo aquel que vive y siente la vida. No puede escapar y no debe hacerlo. No puede ni debe refugiarse en temas distintos al que mueve y conmueve sus entrañas. Puede mentir pero no puede mentirse. Porque conoce su abismo y porque sabe que para todos tiene la muerte una mirada. También para él. También para ella. Para los tres si hay un tercero. Cada cual con su misterio. Y la existencia entera no alcanza para disolverlo. Cada cual tiene su abismo. Y para todos tiene la muerte una mirada.
L.
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