miércoles, 15 de octubre de 2014

Mundo Chejov


La mayoría de los amores que nacen en los relatos de Anton Chejov (1860-1904) no se realizan. Casi todas las pasiones transcurren en lentos veranos, en casas de campo y tardes de lluvia o bajo un sol aplastante. Los protagonistas son seres acosados por el tedio y la insatisfacción, soñadores tristes que sólo se alimentan de vagas aspiraciones. Con piedad el escritor mira a sus criaturas consumirse en fuegos fatuos y pasajeros. Los antihéroes de El tío Vania, La estela, La dama del perrito, El beso, La gaviota o El jardín de los cerezos apenas alcanzan a tocarse. Un beso, a veces un abrazo veloz, un poco más en algún caso, y después la culpa, el remordimiento, la incapacidad casi enfermiza de ir un poco más allá del más acá.
L.

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