Vivimos en un mundo insensible por definición. Una rápida mirada a los diarios nos informa acerca de grandes y modernas potencias formadas por gente como uno que supuestamente bombardean a los malos, es decir, a los terroristas que talan cabezas de gente buena como nosotros. No sabemos si esos terroristas existen como los describen. No sabemos si en realidad las grandes y modernas potencias no están buscando apoderarse de países enteros o, al menos, de su gas y su petróleo. No sabemos quiénes murieron como resultado del bombardeo virtuoso. Pero dado que los buenos persiguen a los malos nos parece bien. Nos duchamos, terminamos de vestirnos, o de desnudarnos, y en general no indagamos demasiado en la verdad de las cosas. ¿Para qué si todo está en orden? Sabemos que mueren millones de niños de hambre, o por el virus del ébola, sabemos que los siete mares están contaminados, hemos sabido que pueblos enteros han sido masacrados hace pocas semanas. Pero nos ponemos perfume por si acaso. Quién sabe hoy veamos a alguien que nos huela el cuello y se enamore locamente. La gente no es insensible al perfume y menos si fue comprado en el free shop de un aeropuerto. Leemos un libro para ser cultos. Nos anotamos en un curso de ikebana y si nos enteramos de un asesinato reciente decimos qué barbaridad. ¿Algo más por resolver? ¿Algún tema pendiente? Claro que sí. Habrá que ir pensando en las vacaciones del próximo verano.
L.
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