Preguntarse para qué escribir es como preguntarse para qué soñar, escuchar música, comer cerezas o estudiar chino mandarín. Son cosas que se hacen y listo. En lugar de interrogarnos por la utilidad de lo que hacemos deberíamos insistir más en lo que hacemos. Una vez le preguntaron al novelista Saúl Below qué sintió al recibir el Premio Nobel. No lo sé –dijo-. Todavía no escribí nada sobre eso. De esa respuesta se desprende que escribir es pensar algo. ¿Sobre qué? Sobre cualquier cosa. Si no escribo sobre lo que pasa no sé lo que pasa. Por eso se dice que quien escribe (así sea un blog, un diario íntimo, graffitis en un baño de Constitución) ya tiene una doble vida, habita un mundo propio, viaja a otros ámbitos con su imaginación y no le pide permiso a nadie para hacerlo. Escribir es conocerse. Es confirmar o dudar de los rumbos elegidos. No es poco para justificar el dolor de espalda, cierto retiro del mundo real, el caño que gotea en la cocina pidiendo a gritos que lo arreglen.
L.
L.
Como diría Karl Kraus, no tener ideas y expresarlas. Buen punto.
ResponderEliminarRocío.
Totalmente. Escribir es conocerse. ¿Nunca les pasó escribir algo que quedó por ahí y cuando lo encontraron días, meses, años más tarde se sorprendieron de lo que habían puesto?
ResponderEliminarA mi sí.