El enamorado subraya demasiado los valores de una persona en relación con las demás. No se lo puede criticar por eso. Casi todos lo experimentamos. Y quizás volvamos a sentir muchas veces la sensación de tocar el cielo con las manos. Es algo maravilloso. Pero como todo ascenso la euforia pasional va acompañada de un descenso. Conviene aprender a caer y a saber que no es posible vivir en estado de enamoramiento. Un amor basado en la fusión total es mortífero. Una llama trágica y abismal lo atraviesa. ¿Puede convivir con lo cotidiano una pasión tan extrema y deslumbrante? No parece factible. El resplandor se resuelve en estallido. Su luz fulminante no admitiría jamás el desgaste diario y menos aún el nocturno. El amor, cuando es amor, se resiste a los pactos y a cualquier idea de cristalización o estabilidad. Nunca se sabe. Quizás lo mejor sea entregarse al fuego y soportar después las quemaduras.
L.
Yo espero algún día encontrar un amor mortífero. Más vale morir en la hoguera (y quien sabe, con suerte ser como el fenix).
ResponderEliminarSaludoooos!
Demasiada preocupación y vueltas al asunto de la duración del amor, que si lo cotidiano aguanta la pasión extrema, que si la pasión es pasión cuando piensas en otr@, que si salen los defectos, se incrementan las ganas, migran los deseos, se esfuman los comentarios a la medida, salen ganas de estar solo, de volver a estar con alguien...
ResponderEliminarFlorisse, desde Tijuana, México
puede ser saludable considerar que hay algo que descubrir también en el día a día Luis. Y dejar de poner en un altar la infatuación y el enamoramiento fugaz. son etapas , que siguen o terminan, pero etapas . y como todo; se transforman.