domingo, 10 de enero de 2010

No debemos amargar a nadie


No debemos amargar a nadie. Lo dijo una vez la escritora argentina Hebe Uhart y en el momento me pareció una idea relativamente feliz. Después lo pensé mejor. Hace poco me contó una alumna que estando en un bar con tres amigas se le ocurrió comentar algo que había leído en el diario. No importa qué. Las amigas casi la matan. Una le dijo que estaban hablando de cosas divertidas y que el comentario arruinó la velada. Mi alumna, lógicamente, se levantó y se fue. La habían tratado de amargada. La habían censurado. Acabo de leer una entrevista a una chica prepago –así llaman en Colombia a las putas finas que cobran por adelantado- quien además escribe un blog muy leído por antiguos o futuros clientes. Le preguntaron si los hombres que leen sus posteos se interesaban por ella al margen de su cuerpo. A modo de respuesta ella contó que una vez tuvo la mala idea de escribir en el blog que los domingos eran días duros para ella. El post no tuvo comentarios. No interesó a los calentones. Parece que si queremos ser aceptados socialmente no debemos malograr ninguna fiesta. Estamos obligados a ser divertidos y a reír sin parar. Coincido en general con la idea de Hebe Uhart. No podemos hablar de todo con todos. Pero si el precio de decir tal o cual cosa (los domingos a veces son días difíciles) es la expulsión, el rechazo o el silencio, conviene, a mi juicio, cambiar de ambiente.
L.

4 comentarios:

  1. A la medida que pasa el tiempo uno se va dando cuenta que son pocas las personas con quienes se puede hablar sobre lo que más duelen o interesan. Así que no queda otra opción distinta a ejercitar el arte de la simulación o, como bien dice este post, abrirse a unos pocos. Y en caso de no encontrarlos, descargarse en la creación.

    Rocío

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  2. Me pasa seguido esto. Conozco una o dos personas con las que me puedo sentir cómodo y a gusto hablando de todo, de mi intimidad y de lo público, de lo que me duele y de todo lo que no logro concebir.

    Quizá debamos festejar y soltar gritos de felicidad delante de todos, pero a la hora de llorar debamos retirarnos al baño en soledad.

    Diego S.

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  3. Este post apareció justo.
    Hace un rato estaba hablando con Juani (el chico del fondo) y el me decía que yo tengo dos personalidades dependiendo de con quien este. Esto puede sonar un poco "careta" pero yo creo que esto es así porque uno a veces se tiene que adaptar al medio, como los animales con la naturaleza.

    Uno no debe perder su esencia, pero puede sacar su lado más optimista frente a quienes no están preparados para recibir la amargura y guardar la melancolía para otros que sí quieren escucharlo, porque lo entienden.

    Hay un ambiente para cada cosa.

    Un payaso de circo no puede frenar la función para contar que tiene una enfermedad terminal.
    Quizás cuando se saque el maquillaje se lo cuente a algunos amigos que no esperan que los divierta, sino que lo esperan para escucharlo.

    Hay que buscar a quienes nos entienden. Ese es el lugar más acogedor que puede existir.

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