No voy a sumarme al periodismo imbécil que sólo se acuerda de alguien cuando se muere o gracias a un aniversario redondo. Puedo decir a mi favor que cuando pude hablar de un escritor superior (acaso el mejor de todos) nombré siempre a Salinger. El hombre acaba de morir a los 91 años en New Hampshire, Estados Unidos. La noticia no es la muerte. No voy a perder el tiempo con semejante tontería. Autor en 1951 de la novela El cazador oculto y de un excepcional libro de relatos titulado Nueve Cuentos, Salinger eligió el silencio para expresarse. Se autoexilió junto a una mujer treinta años menor en una fortaleza inexpugnable. No concedió entrevistas. No se dejó fotografiar. Se dedicó a batallar contra los que se atrevieran a quebrar su invisibilidad. Padecía de fiebre bananera como todos los personajes de sus historias. Alguna vez definió ese mal como cierta incapacidad de amar. Pero ni eso le impidió vivir a su modo. No tomaba café en el Malba. No escribía para ADN o la revista Ñ. No le importaba nada que no fuera su escritura mística. Salinger puso el acento en el abandono del ego, el desapego espiritual y la creación pura. Cuando aún daba entrevistas solía salir del paso con dos o tres lemas básicos: sólo te inmiscuirás en asuntos del arte si piensas dedicarte a él monásticamente/ usarás siempre la palabra más sencilla/ irás adelante sin que se note/ te moverás lo más silenciosamente posible. Su cuento emblemático se titula Un día perfecto para el pez banana. Hoy es un día perfecto para Salinger. Continuará vivo en sus libros para todos los que seguiremos leyendo y admirando su obra con unción.
L.
Místico, ecuménico, Irredento al misterio; Igual a lo que sucedió con Rulfo, el maestro no necesitó publicar ni media docena de libros para ser uno de los grandes( y G-R-A-N-D-E-S de verdad) de la literatura. Que descanse, por fin, en paz este magnifico escritor desconocido tanto para la vida pública, como para los premios suecos y los tabloides neoyorquinos.
ResponderEliminarMuy interesante el post Luis, soy bastante colgada y no conozco a este autor, pero por lo que contás parece más que interesante, gracias por el dato, voy a husmear a ver qué encuentro de él. Me atraen los escritores u otro tipo de artistas que dejan o dan todo por lo que creen, por su oficio, así que confío en vos. Saludos y gracias por darme la bienvenida!!!
ResponderEliminarPude llegara leer sus cuentos gracias a que su nombre estaba incluido en una de las listas de autores que nos diste en un curso y desde ese momento siempre vuelvo a sus textos...
ResponderEliminarQuiero rectificar una información errada que incluí en el post. Todo parece indicar que Salinger se había retirado a una cabaña en donde vivía solo. No había publicado ni una sola línea desde 1965. Joyce Maynard, la mujer más joven con la que vivía anteriormente, lo había abandonado. Y no sólo eso. Publicó un libro demoledor contra él a quien acusó entre otras cosas de haber abusado sexualmente de ella. Margaret, la hija de Salinger, publicó por su parte un libro de memorias donde cuenta que su padre era un enfermo que bebía su propia orina y estaba obsesionado con el budismo y la religión. Durante los últimos diez años la voz de Salinger se oyó una sola vez: cuando denunció al escritor Frederik Coltrin por presunto intento de plagio. El pasado verano un juez estadounidense le dio la razón y prohibió la publicadión de "60 years later": un libro que parodiaba a "El guardián en el centeno" y que según Salinger era un plagio absoluto. Ninguna de estas habladurías disminuye el valor artístico supremo de las pocas pero inolvidables páginas compuestas por el autor de "El hombre que ríe" y "Para Esmé, con amor y sordidez".
ResponderEliminarL.
Ayer llovió en mi ciudad, como suele llover cada vez que se muere Salinger. Al enterarme de la lluvia me pasó por la cabeza algo en lo que pienso cada tanto: si él no hubiese existido quizás no habrían matado a Lennon. Inevitablemente debo corregirme (mi estupidez en ocasiones encuentra un límite), si Salinger no llegaba a venir Lennon no hubiese sido tan Lennon.
ResponderEliminarLuis, recuerdo una charla sobre J. Salinger que tuvimos en la sala de proyección de TEA. Yo te comenté que me había impactado El guardián entre el centeno, y vos me recomendaste Nueve cuentos.
ResponderEliminarLo que leí de Salinger me pareció fabuloso.
No me voy a permitir opinar sobre su vida íntima, realmente no sé nada, y nada me interesa menos. Prefiero quedarme con una frase de Holden Caulfield, que decía que los libros que le gustaban eran aquellos que una vez que terminabas de leerlo deseabas que el autor fuera amigo tuyo, así podías llamarlo por teléfono y seguir hablando. Prefiero recordarlo así.
Saludos, Luis.
Diego S.