Empecé a soñar con la guitarra a los 10 años. Una canción popular (El camino de la vida) fue el detonante de esa primera alucinación. Mi madre apoyó el deseo y me inscribió en una academia. Pasaron los meses y fui perdiendo interés. Pero seguí yendo debido a esa mezcla de resignación y obediencia que me caracteriza. Vino una larga sucesión de profesores, canciones y tiempo. Aprendí a tocar con buena técnica pero sin alma. Cualquier tema era monótono. Al final pude abandonar las lecciones y dejé morir la guitarra lentamente, así como murió mi Violeta de los Alpes este verano.
Andrea
También a mí me mandaron de chica a estudiar piano. Me la pasé haciendo solfeo durante años. Me aburría la profesora (que era rusa, vieja y muy estricta); pero no resultó. Adquirí cierta técnica pero no el arte. Algunas cosas son efímeras como las violetas de los alpes. Entre ellas el aprendizaje obligatorio. Muy buen post. Me sentí identificada.
ResponderEliminarRocío M.