Nicolás Guillén -poeta negro y cubano- imaginó a Haití como un país de cobre ensangrentado. El gran narrador haitiano Jacques Roumain (autor de una inolvidable novela llamada Los gobernantes del rocío, fundador del Partido Comunista de ese país, intelectual y finísimo escritor), rechazó el despojo que ha padecido una media isla tantas veces humillada, saqueada y deliberadamente empobrecida. Ambos (Guillén y Roumain) defendieron la dignidad de la negritud en Haití y soñaron un futuro justo y mejor para esa tierra triste y sola. Pero el sueño no se concretó. Las escandalosas noticias de estos días no lo dicen todo. Antes del terremoto solo la mitad de los haitianos contaba con agua potable. Menos del 20 por ciento accedía a servicios sanitarios. Luego del sismo el agua desapareció de las redes. Tampoco había (hasta donde se pudo saber) ni electricidad ni teléfonos ni trasporte público ni alimentos. Qué facil registrar cifras y datos. Qué anestesiados vivimos ante la tragedia humana. Entre 50 mil y 200 mil muertos (la cantidad es estimativa ya que no se ha realizado un conteo exacto de víctimas), más de tres millones de afectados, barrios enteros destruidos, la humanidad doliente que no está como está sólo por culpa de un terremoto. El movimiento sísmico que permanece oculto en el trasfondo de la historia haitiana se llama indiferencia, crueldad, capitalismo salvaje.
L.
Cuando leí lo de Haití sentí el escalofrio hasta los huesos. Sentí la impotencia con un halo de locura...
ResponderEliminarNancy Diez
Global y Lejos, las dos caras de una misma moneda.
ResponderEliminarHaití y nuestro dolor!