Los grandes diarios argentinos (y casi la mayoría de los monopolios informativos de Occidente) ocultan el verdadero origen del día internacional de la mujer. Pretenden convertirlo en una especie de homenaje bobo a las madres y a las mujeres en general completamente despojado de historia o trascendencia política. No está de más recordar que el ocho de marzo se nutre de varias vertientes. Cerca de doscientas obreras textiles en lucha por sus derechos (habían tomado una fábrica en Nueva York) murieron calcinadas y de manera intencional. En marzo de 1917, unos meses antes de la revolucion, el día de la mujer fue instituido por mujeres socialistas que integraban los soviets de campesinos, obreros y soldados. La comunista alemana Clara Zetkin también elegió esa fecha para la celebración mundial. Cualquiera sea la verdad histórica sobre este día de flores, discursos y lugares comunes hay que remitirse a la lucha social y política de las mujeres por la justicia social y el humanismo en cualquiera de sus formas. Recordemos, al menos, a las valientes obreras neoyorquinas convertidas en cenizas y estaremos un poco más cerca del significado de esta fecha.
L.
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