viernes, 11 de febrero de 2011

Egipto y el mundo


La dimisión forzada y forzosa de Mubarak a la presidencia de Egipto abrió una situación inesperada en ese país gobernado por largas opresiones. Más allá de cómo se den los futuros acontecimientos políticos ahí (Occidente ya mueve sus fichas para asegurar la continuidad del rais por otras vías) la caída del faraón significa una contundente victoria del pueblo egipcio. Una esperanza para el mundo también. No todo está escrito en la historia. Ningún podrido poder puede eternizarse sin pagar por ello. La gente en la calle todavía tiene opción a decir su palabra y cambiar, así sea parcialmente, el estado de cosas. Una flor nueva acaba de nacer en El Cairo. Habrá que tomar debida nota del acontecimiento.
L.

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