lunes, 28 de febrero de 2011
El principio del placer
No es la primera vez que este blog rechaza, por ineficaces, las soluciones mágicas a los problemas. Ocurre que a veces el camino más corto es el más inútil. Por eso la tortuga le gana a la liebre en la fábula. Por eso Ulises puede volver a Itaca después de su larguísima odisea. Pensar así obliga a tomar distancia de una ideología dominante conocida como principio del placer. Dicho principio se basa en alcanzar la felicidad por el método que sea. Hemos sabido de torturadores de la última dictadura argentina que disfrutaban de su trabajo. Se aliviaban. Les hacía bien. Es conocido el placer que proporciona a los violadores abusar sexualmente de otro ser justamente porque se resiste a ser abusado. Mucha gente se pone bien mediante la droga y el alcohol. Pero la droga y el alcohol a la larga fracasan como técnicas de felicidad. La anciana protagonista de la última película de Woody Allen compra todas las mentiras que le vende una supuesta vidente. ¿Vale todo? ¿Cuál es la técnica adecuada para ser felices? Si la supiéramos no estaríamos escribiendo en este blog. Pero cualquiera sea el procedimiento elegido seguramente no es sencillo. Y acaso también requiera pagar con trabajo y hasta con una cierta cuota de dolor y sacrificio.
L.
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