La mayoría de nuestros archivos, documentos secretos, recuerdos, angustias, actos fallidos y actos realizados, van a parar a la papelera de reciclaje. La tecnología digital aporta un gran basurero virtual que se activa mediante el sencillo acto de oprimir una tecla. Es fácil. Basta probarlo. ¿Para qué cargar con un pasado tan pesado? ¿De qué puede servirnos todo eso? Mejor cerrar los ojos y buscar a ciegas con el cursor. Mejor acabar de una vez con el problema. Hay un solo detalle que no habíamos previsto. La papelera no elimina sino que recicla, es decir, transforma y devuelve. La hermosa estación despreciada y cancelada volverá un día con las aves.
L.
L.
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