Estrechamos un cuerpo en nuestros brazos, lo abrazamos, llegamos a momentos de increíble intimidad. Creemos, por fin, haber llegado al fondo del fondo. Pero no sabemos jamás qué pensamientos se generan en el otro con el cual nos vinculamos. En la unión erótica sucede con frecuencia que la corriente de pensamiento transcurre lejos, sí, en otra parte. Debajo de la sonrisa de satisfacción, goce o agradecimiento sexual puede esconderse la verdad del aburrimiento, la indiferencia o incluso la repulsión. Pero, ¿para qué hablar de eso?
L.
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