Veo a Lenna derivando por el bosque. La veo soltándose el pelo para volver a sujetarlo. Ella alcanza una rama larga, la libera de espinas y se dirige hacia un claro junto al río nervioso. Un vendaval de flores la protege del mundo y la caminata se desvía. Tal vez haya una cima, un sendero de tablas partidas, el inútil aullido de un perro, un beso imprevisto. Toco la fruta con la lengua y lentamente se deshace. No voy a llorar por un amor acabado, dice Lenna en la partida. Y la veo alejarse y borrarse y perderse entre los árboles.
L.
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