sábado, 26 de febrero de 2011

Un desenfreno muy antiguo


Continuando la lectura de La Odisea (son quinientas páginas) descubro que  las diosas de hace tres mil quinientos años no tenían inhibiciones morales de ningún tipo. Mientras en Itaca una horda de varones encendidos trataba de seducir a la fiel Penélope, en Egigia la divina Calipso no dejaba de "yacer" (verbo preferido por Homero para decir algo peor) con Odiseo. Lo mismo hacían si podían las ninfas de hermosas trenzas, Hera, Tetis, Nausícaa, Afrodita, Leucoteca y otras divinidades sedientas de mezclar fluidos y encantos con los mortales. Me pregunté a qué podía deberse que en una época tan remota (siglo VIII antes de Cristo) el machismo imperante en Atenas fuera insuficiente para apagar el desenfreno sexual de las mujeres. La respuesta vino demasiado pronto. Todavían no había llegado al mundo la ira de Dios, las iglesias, el Vaticano, la culpa, el castigo y la rara noción de pecado original.
L.

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