sábado, 26 de febrero de 2011

Someone else


Conocer a alguien nuevo -por amor, amistad o ambas cosas- puede ser tan emocionante como el primer encuentro con el mar. Todo resulta encantador y abierto a infinitas posibilidades. Pero ese contacto inicial -también- es como acercarse a la cara luminosa de la luna y descubrir su cara oscura. La parte sombría, arrugada y llena de agujeros nos causa incomodidad y, en ocasiones, hasta ganas de tomar distancia. Nos preguntamos entonces si no nos habremos equivocados. Nos preguntamos si no hubiera sido mejor permanecer solos y seguir soñando con un jardín poblado de flores, duendes y cascadas. No tardamos en saber que conocer a alguien nuevo es aprender a soportar lo diferente, sucio e incompleto del otro y de nosotros mismos. El dilema está planteado. Habrá que elegir.
L.  

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