El mundo va más rápido que la velocidad de la luz. Ningún diario o canal de TV alcanza a capturar el sentido último de los acontecimientos. Los servicios de inteligencia de las principales potencias no entienden lo que ocurre. Pase lo que pase en Egipto la revolución, que no es islámica, ya triunfó en el alma del pueblo. La ONU estima que desde el 25 de enero hasta hoy la represión de Mubarak produjo ya trescientos muertos y cinco mil heridos entre la población. Es posible que la revuelta egipcia resulte desvirtuada, ahogada o traicionada. ¿Pero quién le quita lo bailado a la gente hermosa y valiente que en esta primavera del mundo árabe se congregó masivamente en la plaza de la libertad? Tal vez lo que importa no es dar en el blanco sino lanzar la flecha.
L.
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