martes, 1 de febrero de 2011
Amores de ayer
El rumbo adoptado por los amores de ayer despierta siempre una curiosidad morbosa. ¿Qué hace ella ahora? ¿Con quién está? ¿Se habrá cortado el pelo? ¿Tendrá todavía sentido del humor? ¿Conservará una buena imagen de mí? ¿O habrá construido una idea horrible? ¿Por qué la pareja no funcionó conmigo y sí con el siguiente? Preguntas fatales de ese tipo suelen torturarnos. No importa que esa persona ya no nos mueva un pelo. Porque aún así queremos saber detalles. Actuamos a veces como esa gente que se queda mirando a un motociclista muerto en la calle. O como quien ve programas de chimentos en televisión. Finalmente nos enteramos de todo. O casi. Y nada, lo que se dice nada, cambia en nuestras vidas.
L.
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