miércoles, 2 de febrero de 2011
Contra las definiciones
El amor, como la poesía, sucede. No puede ser fruto de un plan y mucho menos de una teoría. Se puede saber cómo empieza algo pero nunca el desenlace. Platón pensó sus diálogos a medida que los escribía. No conocía la última página cuando encaraba la primera. El amor, como la belleza, sucede. Nada de lo que importa puede ser definido. Siempre que he hojeado libros de estética, decía Borges, he tenido la incómoda sensación de estar leyendo obras de astrónomos que jamás hubieran mirado las estrellas.
L.
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