domingo, 28 de febrero de 2010

Chile, terremotos, fin de mundo


¿Habrá lugar para el canto en los tiempos oscuros? La pregunta la hizo el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht en días especialmente sombríos. También Suspendelviaje está atravesado por esa duda algo más que existencial. A veces sentimos una culpa legítima por no hablar acá de las tragedias sociales y políticas. Casi mil muertos en Chile, probables tsunamis en el Pacífico, terrorismo de Estado, pobreza institucionalizada, discriminación, injusticia grave incluso en aquellos sitios que defendíamos en nombre de la utopía o los ideales de un mundo mejor. Nos consolamos pensando que los diarios y la tele se ocupan ya de esos temas. Se dedican ahora a contar muertos como si fuese una nueva diversión. Nosotros no nos conformamos. ¿Qué debemos o deberíamos hacer? ¿Qué cosa sirve y cuál no? ¿Con qué derecho podemos hablar de orgasmos mientras el mundo se viene abajo? ¿Y a quién le importa lo que diga un blog casi invisible como éste? Un hombre tiembra de frío, tose, escupe sangre (dice Vallejo en Poemas Humanos), ¿Cómo escribir después del infinito? Por ahora sólo preguntas y desconcierto.

Andrea y Luis

Sexo y alma


El sexo es alma. No hay erección sin ilusión. Ni mujer que se moje sin palabras. Dicen todos que la carne alivia. Pero mienten y se mienten. Las revistas de culos en la tapa, las modelos con sed de novedad, la silueta bien pulida en el gimnasio. Nadie dice la verdad. El orgasmo se cosecha en lejanías. Los simuladores sólo saben simular. Los strippers enloquecen a unas pocas. Pero pronto se les pasa. ¿Qué hacer con algo tan largo y tan vacío? Tarde o temprano el enigma se resuelve. Los cuerpos son apenas instrumento. Y la música resuena en otra parte. Habrá erección. Habrá humedad. Y hasta final feliz (como en los cuentos) para duendes y princesas. El sexo es alma. Y el amor es el resto de vino que queda sin tomar.
L.

Caetano cuando el mundo era joven

Sexo y genética


Algunos portales de citas online de Estados Unidos acaban de incorporar el invalorable auxilio de las ciencias duras. El objetivo es alumbrar por ese camino la pareja perfecta. Scientific-Match.com (fundado hace años) y Chemistry.com (solo dos entre varios) exploran la química romántica mediante pruebas genéticas. Los fundamentos son indiscutibles. Se ha descubierto por ejemplo que las mujeres se sienten más atraídas por el olor que despiden los hombres con sistemas inmunológicos diferentes al femenino. Ambos portales predicen la compatibilidad en base al temperamento, la intrepidez, la resolución y la empatía de los aspirantes al amor eterno. Gian Gonzaga – director del proyecto- dice que el ideal buscado es obtener parejas libres para siempre de conflictos. En caso de ser alcanzada la meta los científicos tendrán que investigar luego cómo funciona exactamente la hormona del aburrimiento.
L.

sábado, 27 de febrero de 2010

Sexo y distancia


La verdadera distancia entre un hombre y una mujer se percibe a pocos centímetros. No tanto en la semana como los domingos. No tanto en el trabajo como en vacaciones. Y nunca tan claro como en la cama. Hablamos todo el tiempo de esto y aquello pero sabemos muy poco del otro. O lo que sabemos es banal. Resulta inútil culpar de la extrañeza a la geografía. Más inútil aún es refugiarse en la rutina o en los viajes que postergan todo. Nunca tan cerca arremetió lo lejos, dice el poeta. Y nunca es tan grande la distancia como cuando los cuerpos cabalgan uno sobre el otro. Porque la última frontera entre un hombre y una mujer se percibe, justamente, ahí.
L.

viernes, 26 de febrero de 2010

El país más feliz de la tierra


Los grupos armados en Colombia han encontrado su mejor aliado en la pobreza. Muchos jóvenes no tuvieron otra opción que sumarse a tres bandos que se enfrentan sin objetivos claros: las FARC (narcoguerrilla disfrazada de izquierda), los paramilitares de extrema derecha y el ejército. En los tres casos los “combatientes” son gente sin futuro ni educación. Casi niños. Buscan en las armas una manera de obtener dinero y poder. El resultado de esa guerra alimentada por el narcotráfico no podría ser peor. Más de 30 mil desaparecidos, 20 mil muertes violentas anuales, dos millones de hectáreas de selva destruidas, tres millones de desplazados. Años atrás se descubrió que integrantes del ejército engañaron y asesinaron a más de mil jóvenes para hacerlos pasar por guerrilleros. El fenómeno se conoció como falsos positivos. En la jerga militar “positivo” significa enemigo muerto en combate. Lo ocurrido es resultado de una perversa estrategia alentada por el presidente Uribe. El plan consistía en premiar con dinero y ascensos a soldados, coroneles y generales que mostraran resultados concretos contra la guerrilla. ¿Cómo ganar recompensas sin tener que enfrentar al enemigo? La respuesta estaba en los pobres. Varios efectivos se internaron en Soacha (sector marginado de Bogotá) a la caza de jóvenes hambrientos. Les prometieron dinero y trabajo. Una vez reclutados fueron llevados a zonas alejadas de la ciudad donde los mataron a todos. Las madres empezaron a investigar y descubrieron lo que les pasó a sus hijos. Pocos uniformados (todos de bajo rango) fueron castigados. Algunos han sido premiados. Es el caso de Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa y probable futuro presidente del país. Colombia es uno de los países más felices del mundo. Lo dice una encuesta reciente. No hay secreto. Basta pasar lo falso (la mentira) a positivo…y la felicidad será completa.
Andrea

jueves, 25 de febrero de 2010

La siesta de Eros


Hay una idea generalizada según la cual erotismo es lo sugerido y pornografía lo brutal. Pero la catalogación es inexacta. Hay libros obscenos donde todo está velado pero desprovisto de calidad. Y hay obras consideradas pornográficas que difícilmente puedan objetarse como realizaciones artísticas. La siesta de Eros suele resolverse en escenas convencionales: una dosis de sexo oral, gimnasia de alcoba, un pubis angelical. No hay riesgo estético ni honestidad. Un texto literario, una pintura, una película o una foto no deberían agotarse en lo que dicen o muestran. Esto es válido para la ficción en general y el erotismo en particular. Quien dibuja una llanura, un puente de lluvia, el mar o la montaña nevada, ¿por qué no procede igual al presentar cuerpos entrelazados de hombres y mujeres? Los pelitos, las concavidades, lo indecible, la piel erizada. En todos los casos debería actuarse con similar actitud. Poco importa distinguir entre pornografía y erotismo. La moral no debe fundarse en mentiras.
L.

Lo único verdadero


Nada de lo que importa en la vida tiene sentido práctico. El amor (por ejemplo) es una actividad completamente inútil. A no ser que por amor se entienda la formación de la sociedad anónima que solemos llamar familia. Del sexo ni hablar. Salvo que el coito se traduzca en procreación. Pero, ¿tener hijos es útil? Leer no sirve para nada más allá del placer de hacerlo. Escribir tampoco. Ver el mar no figura en la lista de prioridades de ningún inversor inteligente. La lista podría llegar al infinito. Nadar, ir al cine, jugar en la playa, remontar barriletes, cantar bajo la lluvia, pegar fotos, silbar o juntar caracoles. Casi todo lo demás parece cumplir una función. Pero a la larga descubrimos que también eso carece de sentido. Y que las mil cosas del mundo sirven apenas para ocultar, quizás, lo único verdadero: que respiramos y dejamos de respirar.
L.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Ciento trece puñaladas


En estos días vuelve a sonar el nombre de Carolina Aló, una joven asesinada en 1996 de 113 puñaladas. El autor de la increíble tarea (Fabián Tablado) cumplió en parte su condena. Ahora dice que hizo lo que hizo en un instante de locura (lo cual es indudable) y aseguró que hoy es otra persona. No voy a meterme en vericuetos judiciales. Tampoco voy a pedir venganza eterna ya que no soy el padre de la víctima. Pienso apenas en un hombre que de pronto somete a una chica de 18 años a ciento trece puñaladas. Tiene razón Tablado cuando dice que a cualquiera puede pasarle. Y así es. Aunque cualquiera sea lector de Página 12 o de Suspendelviaje. El amor está demasiado cerca del horror. Y lo digo sin ignorar las cosas lindas que tiene. Pero la pasión ilimitada -que goza de tan buena prensa en la canción romántica- puede desembocar ya sea en unos cuantos piquetitos (título del cuadro de Frida Kalho que ilustra este post) o en lo que hizo una pobre mujer de Tokio en un día de luna negra. Estaba tan enamorada de su amante que le cortó el pene, se lo metió en la boca y así anduvo paseándose por la capital japonesa. En base a esta historia real de los '50 se filmó el intenso y recomendable film El imperio de los sentidos, cuyo estreno comercial sigue prohibido en la Argentina. Oh la divina pasión...
L.

Aguas de marzo


Cuando llega diciembre solemos decir que el año pasó volando. Ya casi empieza marzo... ¿vamos a repetir de vuelta esa tontería? Tomemos conciencia aquí y ahora. Cada día es el último y cada año puede ser definitivo. Tendremos que ocuparnos de lo que habíamos postergado en 2009. Si teníamos un buen proyecto debemos iniciarlo ya. Si queríamos decirle algo a alguien tenemos que hacerlo aunque alguien nos saque de una patada en el culo. Si soñábamos con escribir una novela, hacer un curso de fotografía digital, aprender chino mandarín o viajar a la isla de Tierra del Fuego, conviene actuar en consecuencia. Lo primero es sacar el pasaje. Lo demás no importa. La vida es hija de la acción y no tanto del pensamiento. Que no pase volando 2010. Que pase mejor nadando, soñando, comiendo panes de esos que en la puerta del horno se nos queman.
L.

martes, 23 de febrero de 2010

Si yo hubiera o hubiese


Si yo le hubiera dicho. Si no hubiese ido. Si en vez de escribirle hubiera o hubiese hablado. O callado. O besado. Vivimos pensando que en el pasado inmediato cometimos un error grave. Algo decisivo y fatal. En caso contrario no hubiera pasado lo que pasó. Otro gallo cantaría si evitábamos a tiempo la obvia equivocación. Todo sería mejor ahora de haber aplicado ligeras correcciones de tiempo y lugar. Debimos analizar la situación en perspectiva. Si yo hubiera o hubiese. Solemos pensar que la vida no da segundas oportunidades. En la primera debíamos hacer esto, aquello y lo de más allá. Si yo hubiese o hubiera. El sí dubitativo no admite potencial. Hubiera o hubiese. El tiempo verbal de la neurosis. La gramática del fracaso. Suponemos (mal) que debemos pagar las consecuencias por no haber hecho lo que se esperaba de nosotros. Pero no es así. No hubo ni hay error. En su momento hicimos lo correcto. Y ahora también.
L.

Bendito accidente


En Autopista del sur, conocido relato de Julio Cortázar, un embotellamiento genera el milagro del encuentro solidario y amoroso. Gracias a la interrupción los que antes se movían como autómatas empiezan a descubrirse humanos y semejantes. La avería de un auto en cualquier camino del mundo puede también dar lugar a un abrazo y un beso imprevistos. Y así con lo demás. Las manchas en el cuadro no deberían enojar al artista. Al contrario. El creador puede alegrarse del accidente que le deparó el azar e incorporar la mancha a la obra. Si algo sale mal, si un viaje se frustra, si nos quedamos sin trabajo o sin amor, si hasta dudamos de nuestra vocación y todo empieza a tambalear a nuestro alrededor, podemos ver en eso una desgracia o, quién sabe, una oportunidad de transitar nuevos caminos. ¿El motor ya no funciona? Qué importa. Podemos seguir a pie, distraídamente, y así dar lugar a la gran aventura que tanto esperábamos. Tal vez el secreto de vivir esté en la mancha y no en la tela virgen, limpita, perfecta y (por eso mismo) inútil.
L.

lunes, 22 de febrero de 2010

Blues del que no vuelve a ningún lado


Perdí mi casa, murió mi perro, viajé a Moscú, a Ushuaia, a Yucatán, a Martín García y a la Sierra Nevada de Santa Marta. Un día salí del hogar paterno y no tuve a qué volver. De pronto uno se ve sin padre ni madre ni hermanos ni abuelos. No hay ni dónde pasar la Navidad. Y esto que puede sonar triste y desolador ha sido y es mi plataforma de lanzamiento. Vivo gracias al vacío sin fin. Y la intemperie es mi abrigo. Se borran las estaciones pero no el tren ni las vías. El amor y la revolución ya no son mis objetivos. Pero voy hacia ellos como el barco ebrio de Rimbaud. Con el tiempo el deseo tomó formas diversas. Hoy se reparte en nubes de viento y lluvia. Soy un mago sin galera y sin carnet. Nada por aquí/nada por allá. Aparte de eso (como dice el poeta) llevo en mí todos los sueños del mundo.
L.

Blues del que vuelve acompañado a casa


Verónica (una rubia alta y delicada) tuvo la fortuna o la desgracia de volver de una salida acompañada. Fue en la noche del viernes último. Había ido al estreno de la obra teatral de un director amigo. Al salir fue a cenar con él, su mujer, que no paraba de hablar, y un crítico especializado. La pareja invitó al joven de anteojos y barba candado con fines obvios (que elogiara en el diario esa horrible versión de Medea), y, entre las discusiones absurdas de la pareja y los comentarios culturosos del supuesto especialista, Vero casi se duerme. A la salida el panorama mejoró. El crítico la llevó en auto a su casa de Palermo Soho y (lo de siempre) un beso destinado a la mejilla terminó en la boca, después el consabido querés subir, la ropa en el piso, vamos a mi cuarto. Ayer recibí un mail de Verónica donde resume lo ocurido. “Me sentí una boluda desnudándome ante un extraño –dice ahí-. El tipo tenía un cuerpo de gimnasio. En la cama parecía un atleta cumpliendo una disciplina. Y yo como si no existiera. Cuando terminó juntó sus cosas, dijo que la esposa lo esperaba y tuve que bajar a abrirle. Después volví, me duché casi una hora y fui a dormir”. Más le hubiera valido a Vero (como a Medea) irse al exilio, dedicarse al encantamiento de serpientes, vengarse del infiel Jason, hacerse inmortal y casarse con Aquiles.
L.

domingo, 21 de febrero de 2010

Blues del que vuelve solo a casa


Anoche (tres de la mañana) miraba a un grupo de chicas que volvían de bailar. Hablaban entre ellas sin perder de vista la posible aparición del 29. A esa hora, en la avenida Libertador, encontrar un colectivo no es fácil. Paciencia. Hay que esperar. Las chicas (lindas, perfumadas, vestidas para matar) no parecían ni contentas ni tristes. Sólo un poco decepcionadas. Una buscaba monedas en la cartera, la otra recordaba que al día siguiente (hoy) tenía que estudiar para un examen, la tercera mataba un mosquito posado en una de sus manos. Se habían preparado para encontrar a alguien, enamorarse (por qué no) incluso tener sexo si los vientos ayudaban. Antes de salir se miraron largamente en el espejo del baño. Tal vez hasta le preguntaron a una amiga si el pelo caía bien sobre los hombros. O si la pollera no se pasaba de corta. Pero nada especial había pasado. Por suerte vino el 29 a rescatarlas y (para mejor) casi vacío. También ellas se sentían vacías. Terminaba la noche de un sábado más en la burbuja de Olivos. Y volvían solas a casa.
L.

viernes, 19 de febrero de 2010

Breve ensayo para una foto difícil


Fue la expresividad de las manos de Dios y del hombre en La creación de Adán lo primero que despertó mi atención. Por eso, a los 13 años, decidí decorar mi carpeta de religión con una enorme reproducción de esa pintura que, por instinto de supervivencia, no me atreví a mostrar demasiado. Dicen que el ocio es el primer paso al pecado. Y lo confirmé. La clase de religión era tan aburrida que tuve tiempo de sobra para observar con atención el cuadro de Miguel Ángel. Así llegué a ese recóndito espacio donde yacía, aún sin vida, el sexo del hombre. Y así permaneció en mi mente. La curiosidad fue luego enriquecida por la literatura, las películas, una que otra escultura griega. El pene se convirtió para mí en metáfora de lo inalcanzable. Era una promesa no del todo clara de vida y plenitud. Pasados unos cuantos años esa figura habría de surgir, real y palpitante, en una calurosa noche cartagenera. Descubrí que, desnudo, el miembro masculino ostenta una expresividad más contundente que las manos de Dios y del hombre dibujadas en el mural del Vaticano. Lo acaricié entonces con sed atrasada. Con la misma dulzura y tristeza de quien tiene conciencia de muerte.
A.

Mensaje de lluvia


Hay algo que la lluvia quiere decir y no puede. Debemos escucharla con atención. Aún con agua en las rodillas. El cielo idealizado no es tal. De pronto cae convertido en finísimos hilos de silencio y angustia. El agua esconde secretos. Hemos abierto un millón de paraguas rotos. Hemos hablado demasiado. La lluvia señala el desierto en que andamos, la fragilidad, la nada cotidiana. La lluvia es de los muertos y los sueños. La lluvia es movimiento sutil. Las ciudades se protegen con diques de metal. Hay algo húmedo y fuerte. Una especie de música. Un dolor cristalizado y solo. Hay algo que la lluvia quiere decir. Debemos escucharla con atención.
L.

Una pareja inmoral


Se conocieron en el colectivo, cambiaron dos palabras y al bajar buscaron un hotel. Desde entonces muestran un comportamiento anómalo. Nunca saben cuándo cae el día de los enamorados, olvidan los aniversarios en general, no van al Parque Centenario, se quedan dormidos, raramente hablan por teléfono. Suelen ir desnudos por la casa (porque ya viven juntos) pero eso no implica para ellos nada especial. No se mandan mensajitos. Desconocen el significado de las palabras erotismo y pornografía. Piensan casarse en secreto y sin invitados en un bosque de Tierra del Fuego. No planean tener hijos. A veces toman distancia y se angustian sin explicación. No se dicen amorcito. A la hora del sexo lo hacen al derecho y al revés. Pero no se jactan de ello. Jamás intercambiarían parejas y raramente van de la mano por la calle. Lo habitual es que vayan tomados de la cintura dejando caer indiscretamente las manos hacia abajo. De pronto advierten el absurdo de la vida y toman conciencia de que tal o cual día se olvidarán uno del otro. En esos raros momentos de llanto e iluminación se arrojan al colchón del piso como lobos en celo. Y después (porque siempre hay un después) abren la ventana de par en par. Parece que va a llover, dice él. Ya está lloviendo, dice ella.
L.

jueves, 18 de febrero de 2010

Una pareja anormal


Un objeto bien mirado puede llegar a convertirse en otra cosa. Nos da la impresión de que nunca lo habíamos visto antes o que lo estamos descubriendo por primera vez. Es célebre la indicación de Flaubert a uno de sus alumnos. Descríbame ese árbol hasta que deje de ser árbol, le decía. Pavese -el escritor italiano- sostenía que cualquier cosa mirada con inusual atención se transfigura casi por completo. Eso explica la existencia de ciertas parejas anormales (raras) para los demás. O porque sus integrantes son de contextura física distinta. O porque los separan muchos años. O porque ella estudia Historia en Puán y él es plomero en Martínez. Parecen parejas imposibles para el ojo programado y enfermo de la sociedad. Lo que pasa es que esa mujer y ese hombre se miraron sin anteojeras durante un largo tiempo. Como resultado de una observación tan cuidadosa se han visto interesantes (únicos) y hasta se enamoraron sin pensar en los demás. Juntos componen la versión más reciente de Romeo y Julieta. Pero solo ellos lo saben.
L.

Una pareja normal


Me dice Magalí (una ex alumna) que aspira a tener una pareja normal. Eso incluiría salir a caminar con su novio por el Parque Centenario, visitar a los padres el domingo, comer juntos a la noche, pasar las vacaciones en San Clemente. La chica viene de una relación difícil con un profesor de capoeira. Es un hombre casado y veinte años mayor que ella. La relación terminó mal. Magalí cuestiona su enfermiza inclinación (así la define) a enredarse con hombres conflictivos (así los define). Su meta es disfrutar de una pareja normal, ir de la mano por la calle, visitar a los padres de él o de ella los domingos, ver películas, cenar, recibir ramos de rosas todos los 14 de febrero. Mi comentario fue breve. Le dije que no pierda el tiempo. Que se ocupe de sus cosas. Que en el camino aparecerá alguien. Que no debe perseguir normalidades impensables en el mundo real. Y que si se enamora (así sea por un día) debe darse por contenta. El Parque Centenario no es garantía de felicidad.
L.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Contra los críticos de arte


Los críticos desprecian la obra en sí. Suponen que esconde algo y que ellos están llamados a develarlo. La efusión de interpretaciones envenena la sensibilidad. Hay una hipertrofia del intelecto a expensas de los sentidos. La interpretación es la venganza del intelecto por encima de la creación. Los críticos se empeñan en convertir novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, cuadros y películas en una cosa distinta a lo que son. Ven siempre alegatos, símbolos, metáforas, subtextos, hipertextos, alusiones, guiños que solo ellos entienden. ¿Qué dirían por ejemplo del cuadro de Egon Schiele que ilustra este post? ¿Qué podría decir yo o cualquiera? Restaría preguntarse cómo debería ser una crítica de arte que sirva a la obra sin destruir su esencia, por suerte, inalcanzable.
L.

Por qué miramos a los animales


Los zoológicos aparecieron en el mundo cuando los animales empezaron a desaparecer de la vida cotidiana. Hoy esos lugares de reclusión son visitados cada año por millones de personas. Van arrastradas por una curiosidad tan vasta como imprecisa e impersonal. Miran a los animales, pasan de una jaula a otra, caminan como lo harían en una galería de arte. Pero en el zoo los cuadros que se ven son falsos. Parecen imágenes desenfocadas. En los zoológicos los animales constituyen un monumento vivo a su propia desaparición. La mirada del visitante no se encontrará jamás con la del animal. Los ojos vacilarán, pasarán de largo, mirarán sin ver más allá de los barrotes. En este punto reside la consecuencia última de la marginación. Aquella mirada entre el hombre y el animal, esa mirada que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad humana (y con la cual habían vivido los hombres hasta hace menos de un siglo) esa mirada se ha extinguido.
John Berger

La subversión mayor


Quizás debamos unir lo que tenemos con lo que queremos. Fuimos educados para pensar al revés. Lo que tenemos carece de interés. La vida está en otra parte y hacia allá debemos ir. Pero la vida está en esta parte (aquí y ahora) y con eso hay que seguir. Redescubrir el cuerpo que despreciamos en la cama por ser el de siempre, reabrir el libro que permanece olvidado en el estante, mirar con más atención la calle que pisamos y en el apuro ignoramos, regar el jazmín que por alguna razón dejamos secar. Quizás debamos aprender a amar lo común, lo opaco, lo de todos los días. Concentrarnos y dejar de esperar. No perseguir más aquello que encontramos hace tiempo. Sé que esto puede leerse como conformismo burgués o adaptación. Al contrario. La subversión mayor no es cambiar sino insistir.
L.

martes, 16 de febrero de 2010

Berlín


Las sábanas gotean como si oyesen música. Y en Berlín ya es tarde para todo. Los pasajeros asoman a las ventanillas del tren. Una mujer viaja con la idea de bajar en la estación Baviera y quedarse. Aunque nunca estuvo ahí le parece buen sitio. La lluvia ha dejado de llover y el viento se ha volado de sí mismo. Los cuerpos se aquietan. Los hoteles de Bremen esconden furtivas eyaculaciones. En la estación resuena una campana seca. La pasajera busca una carta en el bolso y no la encuentra. Tal vez exista para todos una posibilidad. El pronóstico anuncia más nieve, más tristeza, más piedras cayendo una sobre otra. Ella apenas recuerda. Ahora peina su duelo frente al espejo del baño. Orina luego y de inmediato se pone de pie hasta recuperar la dignidad. Se oye un silbato extremadamente agudo. Alguien lee un diario viejo en el coche comedor. El café está frío y el plato de loza tiembla con la vibración del mundo. Los trenes han perdido el sentido original. El guarda anuncia Baviera. La pasajera busca otra vez la carta, el pie, el aro mexicano. Por todas partes hay soldados dispuestos a matar. Una flor de campo en las rodillas se obstina en perfumar el color de la desgracia. El hielo muerde fiero. La luz incendia el bosque. Y en Berlín ya es tarde para todo.
L.

Contra la interpretación


No hay situación que dejemos pasar sin interpretar. Soñamos con una vaca y pensamos en tetas, leche, penes disfrazados de ubres y demás convenciones del psicoanálisis barato. Vemos una película donde aparece un pescado podrido y decimos que -en realidad- lo que el director quiso mostrar es la decadencia del capitalismo. Llama alguien y no puede ser casualidad. No llama y, claro, sabíamos que eso pasaría. Entendemos el significado profundo de todo lo que sucede. ¿Por qué no paramos un poco? ¿No sería más útil recuperar nuestros sentidos anulados por la rutina? ¿No habrá llegado la hora de ver más, de oír más, de sentir más y de pensar un poco menos?
L.

lunes, 15 de febrero de 2010

Eclipse de mar


Dijo Martín Caparrós (entrevistado por el diario La Nación) que la ecología es un tema light, que jamás puede ser bandera de la izquierda, que, al contrario, es la forma más cool del conservadurismo, y que el miedo al calentamiento global es uno de los grandes negocios del futuro. Lo que importa (advirtió) es la injusticia y la pobreza. No tengo nada contra Caparrós. Al contrario. Lo considero un gran trabajador, por momentos brillante. Pero eso no lo habilita a ignorar el lazo visceral que existe entre la miseria y el medio ambiente amenazado. Los desposeídos son las primeras víctimas del desastre. Si alguien se dice revolucionario debería alzar bien alto la bandera cool de la ecología y la defensa radical de la naturaleza acorralada. En la ex Unión Soviética ya desapareció el Mar de Aral. Eso trajo como consecuencia la pérdida de millares de empleos, la difusión del cáncer y todo tipo de enfermedades respiratorias en la población de Uzbekistán. El lugar con mayor mortalidad infantil de la Argentina se llama Susques y queda en medio de la puna jujeña. La causa del problema no es en este caso la pobreza sino la falta de alimento para el ganado. También el cambio en la alimentación ancestral (quinua) tras la llegada de comidas enlatadas y precocidas. Esto es fruto del invasivo tráfico mercantil que abrió el cercano paso fronterizo de Jama. Campesinos de quince países se quedaron sin cosechas por las sequías. Cientos de islas están desapareciendo como resultado del derretimiento de los casquetes polares. Eso ha dejado sin casa y sin trabajo a los eternos desheredados de la tierra. La humanidad debería luchar con más firmeza en defensa del medio ambiente bombardeado.
L.

domingo, 14 de febrero de 2010

No hace falta más


Y si la vida terminara acá, quiero decir, sin otra opción que verte comer y desnudarte por última vez, reír con ganas, tomar agua, soñar despierta, convertir las manos en raro catalejo, moviendo los dedos como algas o flecos de medusa, en otras palabras, si la vida fuera nada más que despedirme de todo eso, terminar de escribir este posteo y ya, como dicen ustedes en vez de decir ahora, como debieran, o sea, si no hubiera más chance para mí, diría que no hace falta más, y, por si no fui claro, añadiría que con eso basta.
L.

sábado, 13 de febrero de 2010

Día de los enamorados II


Voy a suponer que el amor existe. Tantos poemas, tantos asesinatos maravillosos, tantas películas, tantos hoteles con turnos agotados, tantos anillos de oro, tantos ramos de flores y tanta novela romántica. Ante semejante andanada (que por eso mismo es sospechosa) sería estúpido negar lo obvio. Voy a suponer que el día de los enamorados no es más que la celebración de la primera fase de un vínculo real. Que es eso y no una patología del yo disuelto en el otro como sabiamente advirtió Freud. También estoy dispuesto a aceptar que vuelan mariposas en la panza de algunas personas. Es lo que dice el lugar común que tanto gusta en el barrio. En tal caso (y aún aceptando la horrorosa metáfora estomacal) no puedo olvidar que las mariposas viven un día. Voy a suponer por último que todo lo que acabo de decir es la triste canción de un amargado. Que en realidad la vida es linda y que los afiches gigantes con promociones de gel íntimo que acabo de ver en Caballito (adonde fui en bicicleta por amor) revelan el advenimiento de algo muy profundo. O que vivo en el error. O que hay un hecho clave que me estoy perdiendo. Voy a suponer todo eso pero (lo siento) hoy voy a festejar únicamente el asombroso milagro de estar vivo. Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida.
L.

viernes, 12 de febrero de 2010

Día de los enamorados I


No pude averiguar por qué se festeja el Día de los Enamorados. Pero veo mucha excitación en las empresas del ramo. El entusiasmo es total. Desde los incómodos forros Tulipán hasta chocolates ricos, promos en los telos y cenas románticas con velas y show (patético) al final. Todo parece converger en una celebración orgiástica donde falta apenas el invitado principal. Es una lástima. Si se hiciera presente animaría un poco la fiestita. Los que alguna vez amaron y fueron amados saben que la divinidad resulta más bien esquiva. La muy puta elude a los cazadores y apenas muestra un bretel (si la apuran) para desaparecer de inmediato como el hada madrina. Una amiga me escribe que le gustaría tener un novio al menos para no estar sola en este día. Le dije que el precio a pagar por la compañía suele ser demasiado alto. San Valentín es un perverso.
Y el amor sopla cuando quiere y donde quiere. Incluso ahí.
L.

La otra cara del blog


Arrojar piedras a un estanque imaginario. Eso es un blog. No hay piedras. No hay agua. Sólo unos pocos bañistas que fingen refrescarse en las orillas. El soporte utilizado no tiene siquiera la textura del papel. No se come. No hace ruido. No huele. No sirve para nada. Es una pizarra negra donde trazamos líneas de luz tenue y fragmentada. Somos presos que pegan fotos obscenas en la celda. ¿Cuántos días pasaron? ¿Cuántos faltan para recuperar la libertad? Un blog es una cárcel cuyos muros se cubren de huellas invisibles. Peor aún. Es un estanque imaginario y enfermo. O una sábana sucia que por algo no lavamos. Un blog es un condensador atómico de ideas y angustias. El blog tiene hambre. Sin esperanza ni desesperación alimentamos al monstruo resignados. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué nos arrojamos a un mar sin peces ni barcos ni rompientes? Escribir un blog es arrojar piedras a un estanque imaginario. Las piedrapalabras se hunden mudas en el barro, en el agua, en el olvido.
L.

jueves, 11 de febrero de 2010

Limpieza general


Me metí por fin con los cajones de la mesa de luz. Busqué el tacho y me dispuse a tirar todo. Había fotos de vidas pasadas, cartas de amor sin remitente, la copia de un mail que me envió una tal Beatriz. Me ofrecía a sus dos hermanas. Son divinas, escribió. Una hasta habla con la z como vos. Me contó además que estaba feliz porque había encontrado un hombre junto al cual envejecer. Me dijo que con alguna de sus hermanas yo dejaría de estar triste. Le respondí que yo estaba muy bien. Pero que a ella (en cambio) la veía acabada y sin remedio. Le dije que pensar en envejecer sola o acompañada era un plan espantoso. No sé por qué no volvió a escribirme. En el cajón del medio había un montón de forros, textos prohibidos y sobres de gel íntimo. A la basura con ellos. Había cuadernos con anotaciones de viajes ya olvidados. Teléfonos irreconocibles, publicidad de clases de yoga, la tarjeta de Navidad que me envió desde Copenhague una trapecista española. Se llama Graciela y hace un número espectacular donde camina por el techo y barre el piso cabeza abajo. Eso quiero hacer. Barrer con todo. Cabeza abajo. Limpieza general de una vez y para siempre.
L.

miércoles, 10 de febrero de 2010

En voz baja


El momento más propicio es la cena. Al menos en la casa de mis padres es así. Nos sentamos alrededor de una mesa ovalada y empieza el anecdotario. Se habla siempre del tío ladrón, de la prima díscola, del abuelo bromista. Una a una se suceden las miserias de la tribu. Luego empiezan las alusiones a la infancia de cada cual. De mi hermana dicen que era linda y vanidosa. De mi hermano que era travieso y hacía reír a los pasajeros en el colectivo. De mi hermanita recuerdan su miedo a las inyecciones. Y de mí, bueno, es que Andreita ha sido siempre tan callada… No sé si soy silenciosa porque soy tímida o si soy tímida por ser silenciosa. Lo pensé mucho y no tengo respuestas. No equiparo mi silencio a permanecer callada. No lo siento como algo impuesto. Simplemente hablo poco para entender y recordar más. No es un acto de sumisión o desinterés. Sé que a muchos les molesta esa actitud. El temor a incomodar me inhibe todavía más. Mi mente se pone en blanco cuando alguien me hace una pregunta. Y si hablo desconozco mi voz. Acabo perdiéndome en medio de balbuceos y frases cortantes. A veces tengo suerte y salgo del paso con una ironía oportuna. Mi silencio se ha convertido en una parte fundamental de mí. Por él me refugio en los libros y busco la lluvia. Algo de él me vincula al hombre que amo. Pero -como suele pasar- lo que da vida también mata.

Andrea

Carnaval del tiempo


El corso de Boedo -a la vuelta de mi casa- es un poco triste. Aún así alcanza a reunir todas las virtudes de la fiesta del mes: descontrol, humo de asados, chicas y chicos alegres, diversión barata para gente que no va al Malba. El carnaval de Río es comercial y turístico. Pero esa condición no le quita brillo al fabuloso desfile del sambódromo carioca. Los favelados encienden las luces de toda la ciudad. Y son los reyes del país por un instante. Para estos días en las parejas de Brasil rige una regla: ninguem é de ninguem. Nadie es de nadie. Hombres y mujeres se dan la mutua libertad de pasar la noche (o el día) con quien sea. ¿Todo el año es carnaval? No. Todo el año es represión. Pero algún pequeño dios instauró una tregua que se desvanece como un sueño el miércoles de ceniza.
L.

El ruido nos mata en silencio


En la calle retumban motores, sirenas, alarmas de automóviles, máquinas sin sueño, celulares histéricos, taladros que arrasan con la quietud y los recuerdos. Mis vecinos de abajo tocan batería a cualquier hora. Los de adelante eyaculan reggeton. Los medios informativos contribuyen poco a denunciar la creciente polución sonora. Esta pasividad conduce a la paradoja mayor. El ruido nos mata en silencio. Casi nadie advierte que la luz es inseparable de lo oscuro. El lado invisible de la luna condiciona su cara luminosa. El grito (el mío/el de todos) se recorta sobre un fondo mudo. No reivindico las ventajas de una existencia inerte. El silencio niega y al hacerlo afirma algo. También el sonido es parte de la aventura humana. No defiendo el arte de callar en detrimento de la voz y sus misterios. Hay sonidos benditos (la música) y silencios de muerte como los que imponen la censura, la pobreza y el horror. El triunfo de la cultura del ruido es parte de la disolución mediática del mundo.
L.

martes, 9 de febrero de 2010

La carrera del mundo


María (mi mejor amiga) acepta hablar conmigo por su teléfono de línea siempre que no suene el celular. Me lo advierte al atender. Si suena el celular corto. Y corta. Magdalena (una ex alumna) me escribe “rápido” desde San Pedro de Atacama porque en Chile internet cuesta muy caro. Su mail tiene menos de dos líneas. Una de ellas está dedicada a explicarme que en Chile Internet cuesta muy caro. Alguien dice te llamo en cinco. Otro me escribe un correo electrónico y firma slds dado que la palabra saludos es larguísima y su redacción completa requeriría un esfuerzo mal aprovechado. La gente importante, los gerentes de marketing, los editores y los jefes de cualquier cosa están siempre apurados y ocupadísimos. No pueden atender a nadie ya que viven en estado de reunión permanente. Me-ti (el anciano maestro de Lai-tu) se enoja con ella por la forma acelerada y brusca que utiliza para encender el fuego. Tan empeñada está en su tarea que anula el instante y lo pierde para siempre. ¿Sabrá que su única riqueza estaba oculta en la partícula de tiempo desperdiciada? ¿Qué buscan todos? ¿Qué premio los espera al final del camino? Como sea. No me interesa esta carrera. La vida es eso que pasa (decía Lennon) mientras nos abocamos a otros planes.
L.

Elogio de la desobediencia


Siempre fui buen esclavo. Obedecí a mis viejos, a mis maestros, a mi psicólogo de turno, a las profesoras de la secundaria. A una le mostré un poema y me lo devolvió lleno de marcas en rojo. De otra, la de inglés, me enamoré. Más tarde seguí las indicaciones que me daban los dirigentes del partido que recibí como herencia familiar. Mi conducta fue ejemplar. Ciegamente cumplí órdenes atroces. Luego rendí examen antes mujeres mandonas, jefes de mala redacción, falsos amigos dispuestos a fusilarme. La acumulación de gotas colmó el vaso y el agua se derramó. Me escapé de las fiestas, me echaron de todos los trabajos, me separé de todas las esposas (en su doble acepción) y también del cielo protector. Seguí finalmente el camino del deseo y la desobediencia fue mi ley. Ya no cumplo consignas. No espero ya la hermosa madrugada. Miro el mundo a ojo desnudo y tomo de él lo que me da. Hasta donde puedo soy capitán de mi propio barco. La desobediencia es la madre de toda creación. Veo tempestades y naufragios en el horizonte cercano. Pero qué lindo sentir la vida por primera vez.
L.

lunes, 8 de febrero de 2010

Elogio de la forma


Ya sea para escribir, pintar o dirigir una orquesta la forma es todo. Los aprendices de cualquier disciplina artística o periodística suelen rechazar de plano esta idea. Lo principal es para ellos el mensaje, el compromiso político y social, la creatividad, la locura. Pero la forma es el primer y definitivo golpe de contenido. Sabemos que una manzana es manzana y no durazno o pera por la forma. Si después descubrimos que era una falacia es otra cosa. Pero no hay pez ni pie ni planeta sin la forma. Importa el cómo y no el qué. Importa el modo en que atendemos el teléfono o nos desnudamos para revelar algo esencial. Los puentes de Madison es buena película no porque ahí se cuente la historia de un amor frustrado. El mundo está lleno de adulterios y sueños que no cristalizan. La película de Eastwood es buena por la forma. Si cuidamos la belleza de líneas el contenido aparecerá por efecto de arrastre y no por intención. Claro que la técnica sólo dará frutos si la mirada ha sido educada y trabajada en profundidad. No hablo de adornos. Tampoco de frases bonitas o muñecos en la torta. Hablo de la verdad. Y no hay verdad sin forma.
L.

Elogio del olvido


Funes el memorioso (protagonista de un célebre relato de Borges) fue atacado gravemente por el mal del recuerdo absoluto. Retenía en su cabeza el universo con todas sus minucias. Su increíble capacidad no despreciaba ni un grano de arena ni el ala rota de una mosca ni un pelito de pubis hallado al azar. Hasta podía recitar uno por uno todos los números de la guía telefónica. El desenlace de semejante esfuerzo puede ser imaginado fácilmente. El recuerdo sólo es posible si también se nutre del olvido. La memoria es selectiva por naturaleza. El borrado imprescindible (sin embargo) no depende de la voluntad. Olvidar es un proceso doloroso pero efectivo que se toma su tiempo. Y aún así queda en la mente un remanente, un hilo sobrante, una foto borrosa e inútil que se instala, sí, para siempre.
L.

Elogio del recuerdo


El pasado pisado. Lo vi escrito anoche en la remera de una rubia. Dos de las letras sobresalían un poco. Hay que mirar hacia adelante, dice el filósofo Alejandro Rozitchner. Lo mismo dicen los represores argentinos que mataron y torturaron en la última dictadura militar. Antes pisaron a sangre y fuego el futuro de muchos. No podés quedarte en el ‘45, dice un amigo echando mano a un consejo que tomó de su tatarabuelo. Y mejor no tener ojos en la nuca. Lástima que adelante no hay nada. Por lo tanto no hay donde mirar. En el presente tampoco ya que se trata de una fase del tiempo fugaz e inaprensible que inmediatamente se enlaza a lo anterior. Detesto a los que viven o mueren de recordar sus buenas épocas. Pero aunque el pasado sólo sobreviva en el recuerdo (los hechos se esfumaron en la espuma de los días) es, nos guste o no, el único material del que disponemos. Y no para regodearnos en él sino para hacer algo con eso. La memoria nos salva de repeticiones indeseables. Y es la fuente de la creación, del amor y la felicidad, así duren un ratito.

L.

sábado, 6 de febrero de 2010

Elogio del abandono


Desde hace seis o siete años no leo diarios, no veo televisión, no voy a fiestas, no hablo por teléfono, no viajo casi a ninguna parte. Debo agradecer este retiro del mundo a la mujer que me dejó hace seis o siete años. Gracias a ella pierdo menos tiempo, soy más concentrado, más curioso, más atento, más despierto, más dispuesto al humor y al amor en todas sus formas. Ya es hora de admitir que el abandono rinde frutos maravillosos. No habría un solo tango valioso sin su ayuda. Toda la discografía de Maná dejaría de tener sentido si en las letras no hubiese mujeres abandonadas para siempre en un puerto. Lejos del muelle Penélope se aburriría mortalmente. La ruptura invita a la reparación y solo atravesándola se descubre la potencia infinita de las fuentes y los puentes. El fracaso lleva al triunfo. El triunfo no lleva a ningún lado.
L.

A Lai-tu le cuesta amar lo que está cerca


Lai-tu –bella flor de la antigua China- no se llevaba bien con Tsen-to, su novio desde la adolescencia. Más allá de cierta simpatía no le gustaba acostarse con él y sentía que el hombre no la acompañaba en sus múltiples inquietudes culturales. Tras escuchar las enseñanzas de su maestro sobre la tercera cosa, Lai-tu decidió hablar seriamente con Tsen-to. Así consiguió que el novio se anotara con ella en un curso del laboratorio de idiomas de la UBA y en otro de cine birmano en el Rojas. También asistieron a una serie de conferencias que daban en el Malba sobre Borges y el sexo. El joven chino se convirtió en el hombre más erudito de la aldea. Aún así el milagro de la pasión y el enamoramiento no se produjo. Ella (no obstante) siguió acostándose con él. Enterado de la situación el anciano maestro reprendió severamente a Lai-tu por su conducta. ¿Qué sentido tiene hallar una tercera cosa que los une y mantener una tercera que los desune?, disparó con visible enojo. Hacer eso es lo mismo que recibir un trozo de pan y acompañarlo con veneno. Lai-tu comprendió la lección, se separó de Tsen-to y se dedicó a ver documentales de Werner Herzog en el teatro San Martín.
L.

viernes, 5 de febrero de 2010

Es más fácil amar lo que está lejos


Resulta cómodo enamorarse de lo imposible y lejano. Eso no es novedad para nadie. Lo posible se gasta y cuesta más. Supongo que a todos nos pasa. Nos afecta de algún modo en mayor o menor medida. El que está conforme con su vida o está loco o es imbécil. Por eso vamos al cine. O escribimos y damos vueltas en la cama. O soñamos con amantes que finalmente decepcionan. O buscamos en los libros la verdad que se deshace. O viajamos a cualquier lado como quien se salva o se mata. O pensamos que un cambio de trabajo, de pareja o de ciudad solucionará la angustia sin nombre que nos corre y nos corroe. Y encima la sensación constante de inutilidad de lo que hacemos. Y el pensamiento recurrente (estúpido) de que las cosas importantes suceden lejos, sí, en otra parte.
L.

jueves, 4 de febrero de 2010

Lai-tu contra la moral


Las habladurías de aldea señalaron a Lai-tu como una joven de costumbres disolutas. Un campesino la trató de puta. Su vecina Fan-tse dice que la vio en la alcoba con dos hombres a la vez. Un monje budista la observó desnuda en el estanque sagrado. Acosada por el mundo Lai-tu preguntó a su maestro si debía rectificar la conducta a fin de acallar tantas murmuraciones. Hay pocas ocupaciones que perjudiquen tanto la moral como ocuparse de la moral -respondió el anciano sabio-. Oigo decir: hay que ser fiel a la verdad, hay que cumplir las promesas, hay que luchar por las buenas causas. Pero los árboles no dicen: hay que ser verde, hay que permitir que los frutos caigan verticalmente al suelo, hay que dejar oír un susurro de hojas cuando el viento atraviesa el ramaje. Lai-tu comprendió la lección y eligió -aunque los perros ladren- seguir cabalgando hasta el fin.

L.

Los viajes de Lai-tu


Lai-tu (sensible y bella joven de la antigua China) había resuelto iniciar un largo viaje. Deseaba romper con la monotonía de sus días. Comunicó la decisión a su maestro, hombre prudente y razonable como todos los chinos. El sabio reaccionó con acritud. ¿Cómo puedes salir de viaje si los tres reinos del país siguen desunidos?, preguntó con visible enojo. La joven de la antigua China era una chica de barrio y no tenía pretensiones. Consideraba con razón que la unión de los tres reinos estaba fuera de su alcance. Cuando así se lo hizo saber a su maestro, éste volvió a molestarse. La unión de los tres reinos es en efecto un objetivo remoto -admitió-. Pero aún más remota es la carencia de objetivos. Tu viaje no tiene objetivo.
L.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Pornoblog VIII


Suspendelviaje ya tiene una historia. Desde junio de 2009 escribimos 366 textos (con fotos) y nos acompañan 62 seguidores. También realizamos un exitoso concurso a fines del año pasado. Contamos con un grupo de lectores fieles y otros esporádicos. Ignoramos el número de visitas porque no aprendimos a instalar un contador. Eso igual no importa mucho. Un blog es un espacio útil para pensar la vida. Los posteos han sido escritos sin ideas previas. Las ideas (si es que así podemos llamarlas) van apareciendo en el proceso de escritura. Seguramente ya no pensamos igual sobre muchos de los temas abordados aquí. En tal caso haremos limpiezas periódicas. Todavía no sabemos qué hacer con las fotos de mujeres desnudas. El tema ya fue motivo de dudas propias y críticas ajenas. Pero si esto se llama pornoblog -y si ya somos grandecitos- bien podemos ilustrar este post con una joven que al parecer conversa con un caballo sobre la importancia del agua en la navegación.

Desvío en el fin del mundo


Viendo Encuentros en el fin del mundo (un documental del director Werner Herzog) conocí la increíble historia de los pingüinos suicidas en la Antártida. Parece ser que uno o dos entre cientos de ellos no siguen a la manada. Por alguna razón incomprensible se niegan a ir al mar junto al resto de sus compañeros. Deberían hacerlo por instinto. Pero no lo hacen. Se desvían hacia las montañas heladas donde los espera una muerte segura. Herzog preguntó los motivos del extraño comportamiento al mejor especialista del lugar. La respuesta fue desconcertante. No se sabe. Y si se obliga a los rebeldes a sumarse al grupo se las arreglan para volver a su objetivo tantas veces como sea necesario. Rumbean otra vez a las montañas lejanas y nadie puede evitarlo. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué buscan allá lejos que no tengan a su alrededor? ¿De qué huyen? Vivir es desviarse (decía Kafka) pero hacerlo a tal punto que ni siquiera sepamos bien de qué o de quién nos estábamos desviando.
L.

martes, 2 de febrero de 2010

Fin de mundo II


El día del fin del mundo será limpio y ordenado como el cuaderno del mejor alumno. El borracho del pueblo dormirá en una zanja, el tren expreso pasará sin detenerse en la estación y la banda del regimiento ensayará infinitamente la marcha que toca hace veinte años en la plaza. Sólo que algunos niños dejarán las zapatillas enredadas en los alambres telefónicos, para volver llorando a sus casas sin saber qué decirle a sus madres. Y yo grabaré mis iniciales en la corteza de un tilo pensando que eso no sirve para nada. Los evangélicos saldrán a las esquinas a cantar sus himnos de costumbre. La anciana loca paseará con la sombrilla de siempre. Y yo diré: “El mundo no puede terminar, porque las palomas y los gorriones siguen peleando por la avena en el patio”.

Poema del chileno Jorge Teillier.

Fin de mundo I


Se atribuye a la antigua civilización maya el lanzamiento de una espectacular profecía según la cual el 22 de diciembre de 2012 se terminará el mundo. El sol recibirá un rayo verde (o blanco) desde el centro de la galaxia. A partir de ahí comenzará un nuevo ciclo. Los promotores del curioso anticipo aseguran que luego del desastre empezará una etapa lindísima. Lo que no pude averiguar es qué va a pasar a partir de ese día con la gente, las librerías, los tomates perita, el asado y la última película de Penélope Cruz. Sea cual sea la respuesta no veo motivos de preocupación. El capitalismo salvaje se está ocupando de llevar adelante la profecía maya con éxito y sin ayuda del dios Tlaloc. El cambio climático hace estragos, la miseria crece a niveles jamás conocidos, desaparecen los bosques y las selvas, las guerras se disparan en todas direcciones y, en general, asistimos a la mayor paradoja universal. El sistema imperante no puede conocer sin poseer y no puede poseer sin destruir.
L.

Sexo oral


Casi todo lo que hacemos remite a escenas infantiles. Difícil negar esta idea central del psicoanálisis. El pasado gobierna desde la elección de pareja hasta la sensación de abandono. Un ejemplo elocuente es la conocida propensión de hombres y mujeres a practicar el sexo oral. En Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci Freud esbozó una curiosa hipótesis. Según ella cuando la niña descubre las ubres de la vaca -que por su función equivalen a los pezones y por su forma y ubicación en el bajo vientre recuerdan al pene- desplaza asociativamente de arriba hacia abajo y de la mujer al varón el placer de chupar. En un sentido más amplio –lejos de ubres y tranqueras- Freud describió la tarea de succión (más justificada luego de que el bebé es privado de pezón y chupete a la vez) como la evocación de una inocente y primordial escena infantil.
L.

lunes, 1 de febrero de 2010

Elogio de la vida salvaje


Veamos el ejemplo de Thoreau (Massachusetts, 1817-1862). Pensemos en ese naturalista y escritor que fue a los bosques a vivir por primera vez. El autor de Walden permaneció soltero y solitario. Jamás fue a la iglesia, no votó nunca, no pagó impuestos, no leyó diarios, no comió carne ni tomó vino. Había algo irreductible en su carácter. En 1845 construyó una choza con troncos en las orillas de un lago. Durante dos años llevó una vida de trabajo, estudio y caminatas. Durante la noche se orientaba mejor con los pies que con los ojos. Se destacó en natación, patinaje y remo. Se bañaba desnudo en ríos de alta montaña. No quería dejarse embalsamar por la vida urbanizada. Su lema fue y sigue siendo subversivo: haz únicamente lo que amas. "Si te designan empleado público en la ciudad -advertía también- no irás a Tierra del Fuego el próximo verano". Veamos el ejemplo de Thoreau. Y saquemos conclusiones.
L.

La rebelión del río



Fragmento de la película Aguirre o la ira de Dios, de Werner Herzog. El ciclo de estos días con sus documentales es imperdible.