No hay situación que dejemos pasar sin interpretar. Soñamos con una vaca y pensamos en tetas, leche, penes disfrazados de ubres y demás convenciones del psicoanálisis barato. Vemos una película donde aparece un pescado podrido y decimos que -en realidad- lo que el director quiso mostrar es la decadencia del capitalismo. Llama alguien y no puede ser casualidad. No llama y, claro, sabíamos que eso pasaría. Entendemos el significado profundo de todo lo que sucede. ¿Por qué no paramos un poco? ¿No sería más útil recuperar nuestros sentidos anulados por la rutina? ¿No habrá llegado la hora de ver más, de oír más, de sentir más y de pensar un poco menos?
L.
Ja! Adhiero, Jéssica.
ResponderEliminarAgrego algo que le acabo de robar a la actriz Cristina Banegas de una desgrabación:
Creo en el saber. Y creo que el saber y la cultura no tienen tanto que ver con la información sino con la posibilidad de aprender a observar.
Creo que en realidad la interpretación tiene más que ver con sensaciones propias que "con lo que quiso o no decir un director". De hecho creo que no es siquiera necesario compartir las interpretaciones, excepto en terapia, porque me parece que son cosas muy de uno, que se relacionan con nuestros propios miedos, nuestras fobias y nuestros sentimientos en ese momento.
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