Fue la expresividad de las manos de Dios y del hombre en La creación de Adán lo primero que despertó mi atención. Por eso, a los 13 años, decidí decorar mi carpeta de religión con una enorme reproducción de esa pintura que, por instinto de supervivencia, no me atreví a mostrar demasiado. Dicen que el ocio es el primer paso al pecado. Y lo confirmé. La clase de religión era tan aburrida que tuve tiempo de sobra para observar con atención el cuadro de Miguel Ángel. Así llegué a ese recóndito espacio donde yacía, aún sin vida, el sexo del hombre. Y así permaneció en mi mente. La curiosidad fue luego enriquecida por la literatura, las películas, una que otra escultura griega. El pene se convirtió para mí en metáfora de lo inalcanzable. Era una promesa no del todo clara de vida y plenitud. Pasados unos cuantos años esa figura habría de surgir, real y palpitante, en una calurosa noche cartagenera. Descubrí que, desnudo, el miembro masculino ostenta una expresividad más contundente que las manos de Dios y del hombre dibujadas en el mural del Vaticano. Lo acaricié entonces con sed atrasada. Con la misma dulzura y tristeza de quien tiene conciencia de muerte.
A.
A.
Al principio vi la foto y casi me desmayo. Después leí el texto sensible y delicado de Andrea y entendí el atrevimiento. No lo veo como algo pornográfico ni nada parecido. Veo un tratamiento profundo del tema acompañado por la foto imprescindible. Los felicito por animarse y por la calidad del blog en general.
ResponderEliminarElena Sala.
Tus textos Andrea son maravillosos, una bella manera de contar tristezas, como la de suponer que el sexo puede tener algo que ver con eso que se expresa en las pinturas y esculturas católicas del siglo vx,y peor aún creer que guarda alguna promesa. Lo definís muy bien cuándo decís "sin vida". Este de la foto parece más bien el sexo prohibido, africano, indígena que tanto perturbó a los conquistadores y que debe haber hecho temblar a más de una adolscente burguesa de cualquier época.
ResponderEliminarMe gustaría leer tus historias todas juntas en un libro,
e
La foto sorprende porque (con la sucia y patética excepción de los videos porno) no estamos acostumbrados a ver imágenes de genitales masculinos, hombres desnudos en general. Ni siquiera en los blogs que se supone son espacios libres. Creo que eso se debe a una construcción estética que ubica en la mujer el canon exclusivo y excluyente de belleza y no en el hombre. Habrá que ver por qué es así. Buena la foto y muy bueno el texto que la acompaña.
ResponderEliminarRulo
El texto debería estar escrito en el cuerpo, como alguna vez se dijo en este blog.De ser imposible sugiero el casi triángulo de luz que se forma entre la dulzura y la muerte.Gracias Andrea
ResponderEliminarM RG
Felicitaciones para Andrea, delicada y medida aún con los temas (y las fotos) difíciles.
ResponderEliminarMyriam C.
Andrea, qué maravillas tus textos! Entre esta relación de texto-foto que tan bien me hizo sentir, no me queda otro pensamiento que el de la belleza de los cuerpos.
ResponderEliminarSobre todo la belleza de nuestra imaginación y el contacto con el otro, el descubrimiento.
me encantan cuando son así de atrevidos
Que bueno ver/leer este post. Ya no podría imaginar la foto sin el texto.
ResponderEliminarCon esta foto te diste una tarea difícil, Andrea. Pero saliste vencedora y con la frente en alto. La foto choca un poco pero no creo que sea porque muestra una pija y no estamos acostumbrados a verla así, tan frontalmente. Me parece que una foto en primer plano de una vagina (con las piernas abiertas), también produciría algo parecido. De todas formas el texto endulza el conjunto de alguna manera, trae el tema a una dimensión donde no se trata de sexo, sino de algo más. En ese contexto la pija sería apenas un simbolo de otra cosa.
ResponderEliminarCele, desde La Pampa
El pie es el gran provocador. Sostiene al hombre sin abandonar su apetito castratorio; lo real y palpitante, también puede ser pisado.
ResponderEliminarJ.
Alguien dijo que no entendió que quise decir... quise compartir la impresión que me generó ese pie, demasiado psicoanálisis me lo sugiere como parte de una mujer castradora. Es que el escrito me lo terminó de confesar: en un pene ve vida y plenitud, y como mujer carece de ello... esto es estar a un pie de admitir la envidia por el pene.
ResponderEliminarSi esta ficción tiene algo de real: si Freud no nos mintió, yo también envidio el pene y escondo pulsiones castratorias. Mostrándome solidaria con el pie, espero no haber importunado a nadie con mis comentarios.
J.