martes, 9 de febrero de 2010

La carrera del mundo


María (mi mejor amiga) acepta hablar conmigo por su teléfono de línea siempre que no suene el celular. Me lo advierte al atender. Si suena el celular corto. Y corta. Magdalena (una ex alumna) me escribe “rápido” desde San Pedro de Atacama porque en Chile internet cuesta muy caro. Su mail tiene menos de dos líneas. Una de ellas está dedicada a explicarme que en Chile Internet cuesta muy caro. Alguien dice te llamo en cinco. Otro me escribe un correo electrónico y firma slds dado que la palabra saludos es larguísima y su redacción completa requeriría un esfuerzo mal aprovechado. La gente importante, los gerentes de marketing, los editores y los jefes de cualquier cosa están siempre apurados y ocupadísimos. No pueden atender a nadie ya que viven en estado de reunión permanente. Me-ti (el anciano maestro de Lai-tu) se enoja con ella por la forma acelerada y brusca que utiliza para encender el fuego. Tan empeñada está en su tarea que anula el instante y lo pierde para siempre. ¿Sabrá que su única riqueza estaba oculta en la partícula de tiempo desperdiciada? ¿Qué buscan todos? ¿Qué premio los espera al final del camino? Como sea. No me interesa esta carrera. La vida es eso que pasa (decía Lennon) mientras nos abocamos a otros planes.
L.

1 comentario:

  1. Hay una extraña asociación entre velocidad y eficiencia fácilmente visible en las oficinas. Como la hay entre diversión y descontrol en los jóvenes. Todos adoramos a Gal Costa en Tarde de domingo pero cuántos se atreven a "ver la vida acontecer".
    Graciela B

    ResponderEliminar