En la calle retumban motores, sirenas, alarmas de automóviles, máquinas sin sueño, celulares histéricos, taladros que arrasan con la quietud y los recuerdos. Mis vecinos de abajo tocan batería a cualquier hora. Los de adelante eyaculan reggeton. Los medios informativos contribuyen poco a denunciar la creciente polución sonora. Esta pasividad conduce a la paradoja mayor. El ruido nos mata en silencio. Casi nadie advierte que la luz es inseparable de lo oscuro. El lado invisible de la luna condiciona su cara luminosa. El grito (el mío/el de todos) se recorta sobre un fondo mudo. No reivindico las ventajas de una existencia inerte. El silencio niega y al hacerlo afirma algo. También el sonido es parte de la aventura humana. No defiendo el arte de callar en detrimento de la voz y sus misterios. Hay sonidos benditos (la música) y silencios de muerte como los que imponen la censura, la pobreza y el horror. El triunfo de la cultura del ruido es parte de la disolución mediática del mundo.
L.
Creo que hay que buscar un rincón del mundo más tranquilo, en términos de la realidad.
ResponderEliminarEn lo real, puede que alcance con seguir advirtiendo que la luz es inseparable de lo oscuro.
Una virtud de la nueva ley de medios fue instalar el debate en torno a la diversidad de lecturas periodísticas y develar -aunque parezca una obviedad- que la edición de la información es, por antonomasia, parcial e interesada. Hoy, 10 de febrero, cada uno de los principales diarios argentinos tiene como nota central de tapa un tema distinto. Los medios se están sincerando y esto es un problema para nosotros, lectores de paso. La lucha contra la disolución mediática de la realidad empieza por apagar el ruido y salir a la calle.
ResponderEliminarJéssica.