Se conocieron en el colectivo, cambiaron dos palabras y al bajar buscaron un hotel. Desde entonces muestran un comportamiento anómalo. Nunca saben cuándo cae el día de los enamorados, olvidan los aniversarios en general, no van al Parque Centenario, se quedan dormidos, raramente hablan por teléfono. Suelen ir desnudos por la casa (porque ya viven juntos) pero eso no implica para ellos nada especial. No se mandan mensajitos. Desconocen el significado de las palabras erotismo y pornografía. Piensan casarse en secreto y sin invitados en un bosque de Tierra del Fuego. No planean tener hijos. A veces toman distancia y se angustian sin explicación. No se dicen amorcito. A la hora del sexo lo hacen al derecho y al revés. Pero no se jactan de ello. Jamás intercambiarían parejas y raramente van de la mano por la calle. Lo habitual es que vayan tomados de la cintura dejando caer indiscretamente las manos hacia abajo. De pronto advierten el absurdo de la vida y toman conciencia de que tal o cual día se olvidarán uno del otro. En esos raros momentos de llanto e iluminación se arrojan al colchón del piso como lobos en celo. Y después (porque siempre hay un después) abren la ventana de par en par. Parece que va a llover, dice él. Ya está lloviendo, dice ella.
L.
y pensar que por mucho menos que ésto a mí me tratan de loca...
ResponderEliminarNadia
Racionalizar siempre terminará en lluvia.
ResponderEliminarD(n).
Luis, me encantaron estas 3 descripciones de parejas. Me dieron ganas de hacer lo mismo, voy a ver si me sale. Saludos,
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