martes, 16 de febrero de 2010

Berlín


Las sábanas gotean como si oyesen música. Y en Berlín ya es tarde para todo. Los pasajeros asoman a las ventanillas del tren. Una mujer viaja con la idea de bajar en la estación Baviera y quedarse. Aunque nunca estuvo ahí le parece buen sitio. La lluvia ha dejado de llover y el viento se ha volado de sí mismo. Los cuerpos se aquietan. Los hoteles de Bremen esconden furtivas eyaculaciones. En la estación resuena una campana seca. La pasajera busca una carta en el bolso y no la encuentra. Tal vez exista para todos una posibilidad. El pronóstico anuncia más nieve, más tristeza, más piedras cayendo una sobre otra. Ella apenas recuerda. Ahora peina su duelo frente al espejo del baño. Orina luego y de inmediato se pone de pie hasta recuperar la dignidad. Se oye un silbato extremadamente agudo. Alguien lee un diario viejo en el coche comedor. El café está frío y el plato de loza tiembla con la vibración del mundo. Los trenes han perdido el sentido original. El guarda anuncia Baviera. La pasajera busca otra vez la carta, el pie, el aro mexicano. Por todas partes hay soldados dispuestos a matar. Una flor de campo en las rodillas se obstina en perfumar el color de la desgracia. El hielo muerde fiero. La luz incendia el bosque. Y en Berlín ya es tarde para todo.
L.

2 comentarios:

  1. Leí un libro que se llama Una mujer en Berlin hace mucho tiempo.La autora firma Anónima.Luis lo que escribiste bien lo podría haber hecho ella o viceversa.Te lo recomiendo.A ella no le puedo recomendar que te lea. Y en Berlin ya es tarde para todo. Es cierto
    M RG

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  2. Este post de Berlin es sumamente triste, intenso y fotográfico... Yo lo declaro como el ganador de aquel concurso que inventaron hace cientos de relatos.
    Vera, desde Tijuana, México

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