miércoles, 10 de febrero de 2010

En voz baja


El momento más propicio es la cena. Al menos en la casa de mis padres es así. Nos sentamos alrededor de una mesa ovalada y empieza el anecdotario. Se habla siempre del tío ladrón, de la prima díscola, del abuelo bromista. Una a una se suceden las miserias de la tribu. Luego empiezan las alusiones a la infancia de cada cual. De mi hermana dicen que era linda y vanidosa. De mi hermano que era travieso y hacía reír a los pasajeros en el colectivo. De mi hermanita recuerdan su miedo a las inyecciones. Y de mí, bueno, es que Andreita ha sido siempre tan callada… No sé si soy silenciosa porque soy tímida o si soy tímida por ser silenciosa. Lo pensé mucho y no tengo respuestas. No equiparo mi silencio a permanecer callada. No lo siento como algo impuesto. Simplemente hablo poco para entender y recordar más. No es un acto de sumisión o desinterés. Sé que a muchos les molesta esa actitud. El temor a incomodar me inhibe todavía más. Mi mente se pone en blanco cuando alguien me hace una pregunta. Y si hablo desconozco mi voz. Acabo perdiéndome en medio de balbuceos y frases cortantes. A veces tengo suerte y salgo del paso con una ironía oportuna. Mi silencio se ha convertido en una parte fundamental de mí. Por él me refugio en los libros y busco la lluvia. Algo de él me vincula al hombre que amo. Pero -como suele pasar- lo que da vida también mata.

Andrea

9 comentarios:

  1. Quizás el silencio te defienda del mundo, Andrea. Muy buen post. Casi una confesión.
    René

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  2. Siempre lo silencioso me ha llamado más. Que buen texto!

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  3. Quizás hayas transformado el árido silencio anterior por éste que en compañía es plenitud.
    Graciela B

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  4. la timidez es un adorno para la juventud y un obstáculo para la vejez. No recuerdo quien dijo tal frase, ni el motor de búsqueda milagroso lo sabe.

    Andrea, que buen post. Me siento identificado contigo. A nosotros nos dicen introvertidos y para eufemizar, observadores.

    Maravilloso.

    Un Abrazo.

    D (n)

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  5. Excelente. Hermoso. Saludos, egk

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  6. Qué lindo es leerte, siempre.
    Esta bueno eso de no equiparar el silencio con estar callada. De hecho tus textos describen cuidadosamente escenas y pensamientos.
    El mutismo incomoda, tal vez produzca cierta inseguridad en los otros.
    Hablar y decir lo que uno piensa no es dar un examen. ¿Qué importa el juicio del que escucha?
    Para mi poder hablar es una liberación, me saca del encierro, muchas veces me ayuda a interpretar lo que siento y otras me mete en problemas. Aun así prefiero expresarme aunque me equivoque y correr el riesgo.
    Eso sí, que nadie me quite los bellos momentos de meditación en silencio, puedo volverme peligrosa.
    Este blog está muy bueno, es un alivio saber que existen
    e

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  7. En mi casa, solo parecieran asomarse las miserias de la tribu, aunque siempre demasiado poco dispuestos a hablar de las propias miserias. Las cenas de mi casa, cuando no eran un juicio político a alguno de sus integrantes, se convertían en una eterna conversación de ascensor. Clima, anécdotas de medios de transporte y, siempre, como alguno “le había puesto los puntos” a alguien durante el día. Tepico de las personas que TIENEN que comunicarse sin querer hacerlo.
    Soy la mas chica de 4, o de seis, dependiendo si los padres entran o no dentro en la lista de personajes infantiles…
    Entiendo lo del silencio, creo que en un primer momento –en mi caso- fue por imposibilidad y luego, lo que me terminó haciendo entender un poco más con quienes me sentaba a comer. Mido todo por los silencios. Creo que las personas con las que más me siento cómoda, son aquellas a las que no les molesta el silencio. Con las que aún siendo graciosa, no tengo que ser un payaso porque no soportan la falta de sonido, el ruido.
    Me encantó tu post.

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  8. El silencio es a veces el espacio que necesitan las palabras para encontrar su sentido...

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  9. Hablar cuando escribís esto?precioso.no se si tu habla se asemeja.imagino que si.que sea ésta, que siga buscando la lluvia.
    Maria RG

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