Funes el memorioso (protagonista de un célebre relato de Borges) fue atacado gravemente por el mal del recuerdo absoluto. Retenía en su cabeza el universo con todas sus minucias. Su increíble capacidad no despreciaba ni un grano de arena ni el ala rota de una mosca ni un pelito de pubis hallado al azar. Hasta podía recitar uno por uno todos los números de la guía telefónica. El desenlace de semejante esfuerzo puede ser imaginado fácilmente. El recuerdo sólo es posible si también se nutre del olvido. La memoria es selectiva por naturaleza. El borrado imprescindible (sin embargo) no depende de la voluntad. Olvidar es un proceso doloroso pero efectivo que se toma su tiempo. Y aún así queda en la mente un remanente, un hilo sobrante, una foto borrosa e inútil que se instala, sí, para siempre.
L.
L.
Lo que dices evoca de alguna manera el film "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" que vi como cien veces. Tú le añades un plus de poesía y melancolía que me agrada. Gracias.
ResponderEliminarFabiola, desde Zulia, Venezuela
Recuerdo el final del Aleph:
ResponderEliminar"Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz". Transformar el rostro amado en una imagen borrosa parece inevitable y sin duda doloroso, pero ese hilo remanente traerá un aroma, una palabra, un sonido y por un instante el recuerdo habrá vencido al olvido.
Graciela B